En “El Capitán Blood” disfrutamos de una historia magníficamente contada, de esas que hacen soñar a grandes y chicos; y no es de extrañar ya que dispone, permitidme el símil culinario, de todos los ingredientes necesarios para obtener un excelente guiso cinematográfico, aromático y virtuoso: El héroe guapo, elegante, decidido y valiente, dotado de una moralidad y una presencia de espíritu intachables. La bella heroína perdidamente enamorada de un imposible. Los malos y crueles terratenientes que hacen la vida muy difícil a nuestro héroe y sus incansables compañeros de fatiga que le acompañan en sus hazañas.
A esta suculenta receta debemos añadirle el elemento fundamental que no es otro que la mano experta del cocinero, un Michael Curtiz que con sapiencia y maestría nos transporta a ese mundo de aventuras románticas con el que el niño que todos llevamos dentro alguna vez soñó.