viernes, 13 de mayo de 2011

CAMPANADAS A MEDIANOCHE



“Campanadas a Medianoche” es una obra capital dentro de la filmografía de Orson Welles, en ella el autor ejerció un control total sobre la escritura, la realización y la postproducción de la película. El producto final, corroborando las tesis del propio Welles, se traduce en una obra de arte cinematográfica cercana a lo sublime, repleta de fuerza visual, virtuosismo narrativo y de un emocionante lirismo.
La película no es la adaptación cinematográfica de una obra teatral de Shakespeare, sino un guión elaborado por Orson Welles a partir de cuatro obras de su autor favorito (“Las comadres de Windsor”, “Ricardo II”, “Enrique IV”, “Enrique V”) y las crónicas de Holinshed ambientadas en la Inglaterra medieval. Ya en 1939 Welles había confeccionado para la escena una adaptación de estas obras que tituló “Los cinco reyes”. Parece ser que el espectáculo fracasó. En cambio el film que hoy nos ocupa, nutrido por las mismas fuentes, funciona a las mil maravillas, gracias a la genial idea de usar como eje de la acción al entrañable Falstaff, interpretado en la cinta por el propio Welles de manera soberbia.

FICHA TÉCNICA: CAMPANADAS A MEDIANOCHE “Falstaff (Chimes at Midnight)”.
AÑO: 1965. DURACIÓN: 115 min. PAÍS: España, Suiza.
DIRECTOR: Orson Welles.
GUIÓN: Orson Welles. MÚSICA: Angelo Franchesco Lavagnino. FOTOGRAFÍA: Edmond Richard (B&N).
REPARTO: Orson Welles, Keith Baxter, John Gielgud, Jeanne Moreau, Alan Webb, Margaret Rutherford, Norman Rodway, Fernando Rey, Walter Chiari, Marina Vlady, Michael Aldridge.
PRODUCTORA: Internacional Films, Alpine Films. Productor: Harry Saltzman, Emiliano Piedra. GÉNERO: Drama. Comedia. Edad Media.

SINOPSIS: En los albores del siglo XV, en Inglaterra una lucha por la corona real está a punto de desatarse. La poderosa familia Percy, encabezada por el aguerrido Henry “espuela ardiente”, reclamando para sí derechos de sucesión al trono se opone a la legitimidad del rey Enrique IV.
Mientras el joven Hal, príncipe de Gales y heredero a la corona, vive completamente despreocupado. Alejado de las tensiones que asolan al reino, vive de forma disoluta enlazando una juerga tras otra bajo la tutela de John Falstaff,  un viejo y gordo bribón, que a pesar de ostentar el título de hidalgo es, sin lugar a dudas, el mayor sinvergüenza de toda Inglaterra.


Corría el año 1966 cuando “Campanadas a Medianoche”, la tercera y última película del ciclo shakespeariano de Orson Welles, triunfaba en el festival de Cannes. El jurado, la crítica especializada y el público concedían a la cinta de Welles tanto o más mérito que a las películas que compartían ese año la codiciada Palma de Oro (“Un hombre y una mujer” y “Señoras y señores”), por lo que el festival decidió premiar a la extraordinaria cinta de Welles con un doble premio: Un premio extraordinario al que denominaron “Premio 20 Aniversario” (aunque curiosamente era la edición número 19) y el gran premio de la Comisión Superior Técnica.
El camino recorrido hasta ese momento de gloria no había sido rápido ni fácil, tal y como solía ocurrir con todas las películas del genial director.

La génesis del proyecto, tal y como ya comenté en el encabezamiento, se remontaba a 1939 cuando Welles concibió para el Mercury Theatre una versión temprana de la misma en la que fusionaba varias obras de Shakespeare ambientadas en el medioevo utilizando como hilo conductor las “Crónicas de Inglaterra, Escocia e Irlanda” de Raphael Holinshead.

Dice Welles: “Estaba pensado que The Five Kings se hiciera en dos partes para ser exhibida en dos sesiones. Hicimos una sola, utilizando Ricardo II, Enrique IV, partes I y II, y Enrique V. La segunda parte debía incluir Enrique VI, partes I, II y III, y Ricardo III. Todo un barrido de las obras de la historia inglesa.”
El proyecto no cuajó, pero Welles siguió con la idea rondándole la cabeza, y así en 1960 presentaba en el Dublín´s GateTheatre un montaje titulado “Falstaff (Chimes at Midnight)”, muy cercano a lo que poco después sería la película, ya centrado en la figura de Falstaff y protagonizado por él mismo. 
Los tibios resultados obtenidos por la pieza no aplacaron el ímpetu de Orson Welles y al poco tiempo ya estaba buscando financiación para trasladar su deseado proyecto a la gran pantalla.
Finalmente el dinero llegó, el productor español Emiliano Piedra accedió a endeudarse hasta la camisa en un doble proyecto comandado por Welles que incluía la realización de dos películas: Una, “Campanadas a medianoche” totalmente controlada por Welles, de corte artístico y con escasas posibilidades de triunfar en taquilla. Y una segunda película, “La isla del Tesoro”,  basada en la novela de Stevenson más ligera y comercial, con la que se pretendía recuperar la inversión y ganar algo de dinero.
Y así en septiembre de 1964 comenzaba el rodaje de la película que se prolongaría hasta abril de 1965.


La Inglaterra de inicios del siglo XV está completamente recreada en España, el bajo presupuesto y la atracción que Welles sentía por nuestro país le llevaron a ubicar la película en diferentes localizaciones entre las que cabe destacar: La catedral de Soria, el ruinoso monasterio románico de Cardona (Barcelona), la madrileña Casa de Campo y las murallas de Ávila.
Solo se construyo un decorado, el de la posada La Cabeza del Jabalí”, montado en un garaje y pintado por el propio Welles para abaratar costes.

Desde el primer momento el director imprimió su dinamismo y sello personal al rodaje. Juan Cobos, crítico de cine y ayudante de dirección en la película, en un artículo publicado en 1974 en la revista “Dirigido por…” comentaba al respecto:  
“Al cabo de una de las jornadas típicas con Welles durante la preparación, rodaje o montaje,  cualquier hombre normal apenas tiene ganas de otra cosa que dormir y estar en forma para la batalla del día siguiente. Recuerdo que a los pocos días de comenzar el rodaje de "Campanadas a Medianoche" en Cardona, el equipo de dirección, producción y cámara, que vivíamos junto a él y los actores en un hotel tomábamos junto al café del desayuno nuestra gragea de Vitamina C. Puede parecer un chiste pero se demostró que el desgaste de energías exigido por el ritmo de trabajo, a tumba abierta, que nos marcaba lo hacía necesario.”
 
También es interesante leer las palabras recogidas por Jesús Franco, director español de serie B y jefe de la segunda unidad en “Campanadas a Medianoche”, en su biografía “Memorias del Tío Jess” y con las que relata la dinámica de trabajo que Welles les imponía: “Pasé casi un año de mi vida, yendo y viniendo. Localizando decorados, vistiendo príncipes y menesterosos, rodando y esperando angustiado su opinión sobre mi trabajo. Lo cierto es que en general el no decía nada. Alguna vez mi trabajo le debió de gustar más de lo normal, porque me levantó en brazos y me plantó dos besos en las mejillas. Otras veces me regañaba.”  
Franco subyugado por el talento de Welles y por su excéntrico método de trabajo refiere: “Él convertía, como un mago, las cosas, las embellecía con su talento. Trabajar a su lado fue una experiencia única y enriquecedora, en todos los sentidos, menos en el práctico. Era inimitable. Improvisaba todo el tiempo, nunca sabía cual iba a ser la escena siguiente. Se paseaba cada mañana, con su enorme cigarro, mientras todo el equipo esperaba a que marcara, por fin, el primer emplazamiento de la cámara. Si alguien osaba romper el silencio e iniciar una tímida pregunta, él gritaba: «No questions».”




Pronto, y a pesar de las imaginativas soluciones del director, los gastos desbordaron el presupuesto inicialmente calculado y hubo de buscar nuevas fuentes de financiación. Esta llegó de la mano de Harry Saltman, productor de la serie Bond, que deseaba que su nombre figurase en un film de prestigio aunque económicamente resultara un mal negocio.
No me resisto a contaros algunas de las argucias de Welles para abaratar costes, cito al director: “…cosas como terminar la actuación de John Gielgud en el importante papel de Enrique IV en sólo diez días. Después, cuando se hubo marchado, hicimos las tomas en las que aparecía de espaldas sustituyéndolo con un extra español. Hay una escena en la que deben aparecer los siete actores principales y en la que, literalmente, ninguno de los fotografiados es quien se supone que debe ser. Un falso Gielgud, un fingido Hotspur..., cada uno de ellos fue sustituido por un figurante.”


Y ahora a Cobos: “«Campanadas a Medianoche» para el esfuerzo productivo que suponía, los medios que necesitaba y los actores que tenía, la verdad es que era un film barato. Aún así tuvo que recurrir a su espléndido conocimiento de la técnica, a su afán innovador y a soluciones muy económicas y de gran efecto en pantalla, cosas de las que Welles sabe mucho”…”Todo el tiempo que dispuso de Jean Moreau para hacer su papel de Dolly Tearsheet fueron cuatro días, de los que más de uno se lo pasó ensayando la escena entre Falstaff, ella y el príncipe, en la posada. Hay escenas del personaje en que el plano general está rodado en Calatañazor, en Soria, el plano corto en Madrid, en el garaje que se empleó como estudio, y la despedida, en Ávila, al amanecer, con las murallas al fondo. Pues bien, sólo el plano corto de ella se pudo hacer con Jeanne Moreau. Welles ya no concede importancia a estas dificultades y en esta línea sabe hacer mil combinaciones.”


Finalizado el rodaje comenzó la postproducción que se alargó varios meses y en ella Welles demostró su enorme talento de director de orquesta.
Cobos, al que el director dijo al entrar en la sala de edición “Aquí es donde realmente se hacen las películas”, escribió al respecto:

“Una de las experiencias que jamás podremos olvidar fueron los meses que siguieron al rodaje de "Chimes at Midnight", y que pasamos con Welles en el montaje y sonorización de la película cuando ya todo el equipo estaba disuelto, salvo Edmond Richard que era una especie de "embajador" en el Laboratorio. Este tiempo que pasamos junto a él en las moviolas -donde normalmente trabajaba con la imagen pasando a doble velocidad, había dado lugar a un buen libro sino fuera porque Welles imprime tal dinamismo a su trabajo que cuantos le rodean apenas pueden seguirle, mucho menos tomar notas.”
El esfuerzo no fue en vano ya que una vez montados imagen, sonido y música, en su conjunto adquieren una cualidad lírica inusitada, una plasticidad exuberante y una armonía pocas veces alcanzadas en la obra del realizador.


Finalizado este largo making-off pasaré a hablar de la película.
La narración discurre en dos líneas bien diferenciadas y de cualidades diametralmente opuestas.
Una solemne y dramática en la que se nos muestran los entresijos de la lucha por el poder, donde se entremezclan intrigas, ardores guerreros, llamadas al honor y la posición trágica y extraordinaria del portador de la corona.
Como contrapunto la otra trama de carácter cómico.  En ella Welles nos ofrece una buena muestra de un estilo de vida popular y disipado hasta el exceso, repleto de picaresca, personajes caricaturescos, chanzas y jaraneo. Un estilo de vida personificado en la figura de Falstaff (Orson Welles) amigo íntimo y mentor en esas lides del príncipe heredero Hal (Keith Baxter) vínculo personificado de unión entre las dos tramas que configuran la narración.
Hal hedonista por naturaleza, prefiere gozar de los placeres mundanos que la compañía de Falstaff le brinda, pero a su vez asume que en un futuro su destino “real” le obligará a adoptar una vida similar a la de su padre el rey Enrique IV (John Gielgud), dejando atrás la vida ligera y a sus amigos.


Ambas tramas han dejado para la posteridad secuencias inolvidables de obligado estudio en cualquier escuela de cine, citaré mis preferidas: 
La inicial, poética, metafórica e hilarante, con Falstaff y maese Shallow atravesando un campo nevado, rememorando el pasado y concluyendo el diálogo haciendo referencia a cuando “oyeron las campadas a medianoche”. La secuencia acaba con un fundido en negro que da paso a los títulos de crédito y a la posterior narración en flasback.


La recepción de Enrique IV a los Percy en la sala del trono, con esos cañones de luz entrando a través de las ventanas, rompiendo el ambiente tenso y solemne en el que se desarrolla la disputa.


La parodia del rey interpretada por Falstaff, con una cacerola en la cabeza, en la que Welles demuestra unas sobradas aptitudes para la comedia jamás vistas en sus otras interpretaciones. Welles hace mofa y befa de los altos valores tras los que escuda la realeza sus actos más cuestionables.


Y por supuesto la batalla. Una auténtica joya cinematográfica el la que los múltiples planos, encuadrados de manera fascinante se suceden imbricados en una compleja tour de force de montaje.
Esas perturbadoras imágenes envueltas en la niebla vienen acompañadas de una partitura musical no menos perturbadora y fascinante. Y allí en medio, de nuevo Welles juega a subvertir los altos valores que han engendrado tamaña violencia, insertando planos del obeso Falstaff protegido por su esperpéntica armadura escondido entre los árboles o corriendo en el sentido contrario a la lucha.
Todas estos (y otros) grandes momentos cinematográficos se nutren de bazas imbatibles: El sublime talento para el encuadre y los movimientos de cámara de Welles (en este apartado también daremos algo de mérito al bueno de Jesús Franco), la extraordinaria fotografía en blanco y negro de corte expresionista de Edmond Richard, el cuidado vestuario diseñado por el propio Welles, el sonido y la excelente partitura del italiano Angelo Lavagnino.




En el apartado interpretativo la composición de Falstaff que realiza Orson Welles brilla con luz propia, es capaz de dotar al personaje de una humanidad de la que no gozan ninguno de sus otros célebres personajes.
Me atrevería a decir que es el único personaje (interpretado por él mismo) positivo de su filmografía. Nadie como el viejo Falstaff, fanfarrón, obeso, burlón, sablista, glotón y siempre sediento, para hacernos reír o emocionarnos con esa conmovedora secuencia final de la coronación de Enrique V.
Otras interpretaciones a tener en cuenta son la de John Gielgud como el rey Enrique IV, Keith Baxter como su hijo el príncipe Hal, Margaret Rutherford como la dueña de la posada Misstress Quickly, Alan Webb como maese Robert Shalow, Walter Chiari como el tartamudo señor Silencio y Jeanne Moreau como la prostituta amante de Falstaff.

Antes de despedirme me gustaría aportar tres enlaces que a buen seguro completaran convenientemente mi lectura previa de la película:
-Unos fragmentos, que tratan sobre la película, extraídos de una entrevista que Peter Bogdanovich realizó a Orson Welles para su libro “Ciudadano Welles”.
-Un artículo realizado por Conchi Sarmiento para la revista literaria digital “Ábrete Libro” en la que investiga sobre las fuentes shakespearianas que inspiraron a Welles para escribir el guión de la película.
-Por último y para completar nuestra visión sobre la obra de Shakespeare que aportó Orson Welles incluiré la reseña dedicada a “Macbeth” publicada por el camarada Ricardo Pérez en su blog Esculpiendo el Tiempo. Y esta otra dedicada a “Otelo” elaborada por el amigo Cinexim para su blog CINEXIM. Gracias queridos compañeros cinéfilos y un abrazo a los dos.


Y así acaba mi trabajo de síntesis y análisis en torno a este extraordinaria película, mi favorita junto a “Sed de Mal” de la filmografía de Orson Welles.
Ahora se impone un apasionante cine fórum en el que analizar las virtudes cinematográficas de la cinta y los variados e imaginativos ardides a los que Welles tuvo que recurrir para sortear los déficits técnicos y económicos.
Un saludo a todos y no os perdais esta película, es arte.

28 comentarios:

  1. De las tres adaptaciones que Orson Welles hizo de Shakespeare, "Campanadas a medianoche" es la más personal. De hecho, resulta imposible no establecer un paralelismo entre la relación de Falstaff y Hal, con la del propio Welles y la industria del cine. Esa amargura que desprende su oronda figura al final del filme, es la misma que sentía el cineasta ante las trabas que su arte tuvo que afrontar durante toda su carrera.
    La secuencia de la batalla es memorable, donde destaca el uso prodigioso que hace del montaje; y para el que, sin duda, debió inspirarse en la batalla que aparecía en el "Alexander Nevsky" de Eisenstein.
    Muy buena entrada, camarada.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  2. Calla, que de Bogdanovich vi yo ayer una obra de arte que se llama The last picture show. Increíble; había oído que era buena, pero no me imaginé que lo sería tanto... sólo es una apostilla por el comentario que haces acerca de Bogdanovich y su entrevista a Orson Welles. Un saludo, David.

    ResponderEliminar
  3. Una auténtica obra maestra y estupenda lección de cine. Hablé de ella en mi blog sobre cine español (http://espanoladasyole.blogspot.com/).
    Recuerdo que la vi en su estreno, era un domingo de pascua. El cine se llenó, el público decía "Es buenísima, es de espadas". Al cabo de media hora me quedé sólo en el cine. Me produjo una enorme tristeza pero salí satisfecho porque la película me pareció una maravilla.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  4. @Ricardo
    Efectivamente camarada, el hecho de confeccionar el guión con diferentes retazos de tragedias shakespearianas dio oportunidad a Welles de sembrar la trama con metáforas autorreferenciales: La traición de Hollywood y sus traumas de infancia-adolescencia (la dualidad del hijo con dos progenitores opuestos).
    La secuencia de la batalla es tremenda y prodigiosa desde el punto de vista técnico, como toda la cinta, además de un buen indicativo de la genialidad de Welles capaz de "sacar petroleo" en la sala de montaje para paliar las condiciones económicas y técnicas más adversas.
    Tengo que revisar Alexander Nevsky... que casi no me acuerdo de la batalla.
    Un saludo camarada y gracias por tu comentario.

    ResponderEliminar
  5. PARA TOD@S
    ... Y hablando de metáforas, en este cine fórum me gustaría que explorásemos entre todos la simbología de esas "campanadas a medianoche" que dan título a la obra y que aparecen en la secuencia de inicio y cierre, entre Falstaff y Shallow y en la posterior coronación de Hal-Enrique V.

    ¿Quien se presta a dar la primera interpretación?

    ResponderEliminar
  6. @Javi
    Pues efectivamente "La última Película" de Bogdanovich es una gran peli.
    Bogdanovich es uno de esos directores-autores que aparecieron en los 70´s (esos que Mankiewicz odiaba), formados en escuelas y universidades, que revolucionaron la industria americana.
    Quizás Bogdanovich sea el más cinéfilo (todos lo eran) y mitómano, por ello ha desarrollado paralelamente una actividad de estudio, crítica y divulgación cinematográfica muy importante.
    Su carrera como realizador es bastante irregular, con grandes pelis como la que citas o la entrañable "Luna de papel", otras interesantes como sus colaboraciones con Roger Corman (especialmente su ópera prima con Karloff de prota) o la relectura del screwball que hace en ¿Qué me pasa doctor?
    Un saludo y espero tu comentario sobre la peli.

    ResponderEliminar
  7. @Salvador
    Bienvenido a Ciclos de Cine, siempre es un placer contar con nuevos puntos de vista e impresiones en nuestro blog-filmoteca, sobre todo si son de primera mano como la anécdota que cuentas sobre los comentarios y reacciones del público en su estreno.
    Falstaff es una grandísima película pero es una película dificil para el espectador medio, ya que para sacarle todo su jugo hace falta sensibilidad, un sentido del humor fino e inteligente y conocimientos cinematográficos. Y esto es algo de lo que la gran mayoría de los espectadores de "antes" (aquellos que iban a ver pelis de espadas) y los de "ahora" (aquellos que van a ver lo último en fx o animación por ordenador), carecen por completo.
    Un saludo y gracias por tus interesantes comentarios.

    ResponderEliminar
  8. Me impresiona la película por la forma que ha tenido Welles en adaptarlas, mira que soy fan de Shakespeare, pero mi cabeza no daría para interrelacionar temas como lo ha hecho Welles aquí. Welles hizo mucho por el cine y el teatro y sería una pena que no fuese tan testarudo como ha sido, porque nos quedaríamos sin adaptación cinematográfica de la obra teatral. Un saludo.

    ResponderEliminar
  9. @Emilio
    Welles junto a Kurosawa y Mankiewicz son mis favoritos a la hora de acercarse a la obra de Shakespeare. Otros como Branagh o Zefirelli me convencen menos.
    Un saludo y gracias por tu comentario.

    ResponderEliminar
  10. La película es una obra maestra de poesía. Tanto por las hermosas escenas de luces y sombras como por los diálogos. El texto está lleno de lirismo y poesía, llevado por la pluma de Shakespeare a su máxima expresión. Las escenas de la corte están llenas de solemnidad, y las maravillosas penumbras se ven surcadas por los haces paralelos de los rayos de luz que entran por los altos ventanales. Los picados y contrapicados que utiliza Welles, imprimen un ambiente opresivo y solitario. La corte contrasta con el aire alegre, vivo y lleno de vida de la posada, donde bullen los más bajos instintos mezclados con los personajes. Allí Falstaff es el rey, es un personaje grande por su volumen y por su corazón, es el mayor de los sinvergüenzas y el mejor de los amigos. Con su nariz postiza su gran panza y su barba parece un gnomo o un enanito de los bosques.Posee una expresividad extrema en los ojos que acaba por completar el cuadro de este personaje tan peculiar.
    Magnífica me pareció la escena del bosque fantasmagórico donde los pícaros ladronzuelos corretean. Los árboles pasados de blanco tienen un aire a la vez temible y frágil. Ver al hermoso Falstaff con aspecto de tonel escondiéndose de los avatares de la batalla me ha resultado muy divertido. La posadera es un personaje espléndido y muy bien interpretado.
    Bien como decía al principio, en mi opinión esta obra destila pura poesía.
    Un saludo

    ResponderEliminar
  11. A mi juicio, junto a Ulises, Don Quijote y Fausto, entre otros, Falstaff pertenece a la categoría de los grandes personajes de la historia de la literatura y la creación artística universal. No tan conocido ni célebre como los primeramente citados, Falstaff sirvió, por ejemplo, de fuente de inspiración a la última ópera de Verdi, una ópera bufa, inhabitual en Don Giuseppe, pero, personalmente, de las que más que agrada del compositor.

    Y a Falstaff encarnó en la pantalla su alter ego, el genial Orson Welles. Dramático y patético, cómico y truhán, bellaco y haragán, amante, comilón y bebedor insaciable, amigo leal y fiel villano, trágico y moderno, individualista y liberal, Falstaff es genio y figura hasta la sepultura.

    Si Welles ha trasladado al cine mejor, que ningún otro cineasta (para mi gusto), el espíritu y la letra de Shakespeare, "Campanadas a medianoche", es su obra shakesperiana cumbre. ¿Qué más se puede añadir?

    Salucines

    ResponderEliminar
  12. @Cristina
    Como bien comentas la batalla y el robo y persecución por el bosque son dos secuencias que hablan por sí solas de la maestría de Wells en esto del cine.
    Ambas, tecnicamente complejas, gozan de un alto ritmo en la puesta en escena y cuentan con una soberbia planificación pero presentan dos estructuras de montaje completamente diferentes. En el robo predominan esos fabulosos movimientos de cámara en travelling con planos largos para la persecución mientras que en la batalla se suceden decenas de planos con espectaculares encuadres y esas agresivas angulaciones que comentas.
    Un prodigio técnico.

    Me hace gracia lo del gnomo, yo había pensado otra lectura cómica del personaje. Cuando aparece en plano con Maese Shallow ¿no os parece que Welles hace un paralelismo juguetón de esta pareja con Laurel & Hardy (el gordo y el flaco)?

    ResponderEliminar
  13. @Fernando
    Efectivamente, Falstaff como muchos otros personajes de Shakespeare (Hamlet, Macbeth, Lear, Otelo...)pertenece al grupo de esos personajes literarios universales y paradigmaticos de la literaratura clásica.

    Entre estos citas al Quijote (al que Welles también se acercó en su película incompleta)personaje al que asocio desde un punto de vista muy personal a Falstaff.
    Cervantes y Shakespeare ambos máximos exponentes de la literatura en lengua hispana e inglesa crearon a estos dos personajes, que a mi juicio, son las dos caras de la misma moneda.
    Ambos comparten esa naturaleza tragicómica, caricaturesca, genial y universal. Pero sin embargo son completamente opuestos:
    -Falstaff: obeso, venal, cobardón, dotado de gran cordura y abominador del sentido del honor.
    -Por contra Quijote escualido, espiritual, un valiente capaz de lanzarse en pos de gigantes, alucinado, delirante y adalid, fuera de lugar y tiempo, de los rancios valores del caballero.

    Unidos, como sus creadores que murieron el mismo día 23 de abril de 1616... eso sí con trampa ;)

    ResponderEliminar
  14. @David
    Es cierto que por sus respectivos tamaños tienen algo en comun con el gordo y el flaco, pero Falstaff y Maese Shallow poseen además un que sé yo mágico, parecen extraidos de un cuento de seres imaginarios. Shallow parece un enanito saltarin, sobre todo en la escena en la que baila con Silencio. Maese tiene una voz de pito entre rota y estridente que pega a la perfección con el enanito saltarin.
    Un saludo

    ResponderEliminar
  15. Me gustó mucho.
    El príncipe de Gales sigue a un personaje, Falstaff, que representa al hombre vividor, divertido, gracioso y muy ingenioso, pero también al hombre no tan noble: cobarde y mentiroso. Todo en él le resulta divertido al hijo del rey y sus andanzas con el personaje son necesarias; es un momento en el que elige ese camino, como elige el de buen rey cuando llega el momento y decide cambiar por sus responsabilidades y obligaciones… Henry V será uno de los mejores reyes ingleses, modelo de majestad y hombre justo y de honor (como se dice al final). En una reflexión que hace al principio, el príncipe dice que es tiempo de diversión, de un vivir alocado y no sujeto a demasiadas leyes para tiempo más tarde mostrarse tal cual se es: noble, valeroso, justo… se divierte uno y esconde su verdadero yo porque lo bueno es siempre mejor dejarlo esperar, guardarlo como un tesoro. Lo bueno es lo bueno de uno mismo…

    Por otro lado me reí muchísimo; me pareció graciosísimo como retrata Orson Welles esa vida mundana y de bajas pasiones; los personajes, especialmente Falstaff, son dinamita dialéctica obra de un genio como Shakespeare, de diálogos no sólo graciosos sino profundos, tremendamente ingeniosos y de un lirismo fuera de toda duda… además de una densidad considerable.

    El estilo es frenético, inquieto, visualmente hablando y en cuanto a ritmo narrativo, y las interpretaciones son sobreactuadas muchas veces, de una exageración muy apropiada originaria del mundo del teatro. La forma de rodar la batalla muestra la habilidad del director para transmitirnos toda la fuerza y dinamismo de la misma: imágenes de enorme poder que te bombardean sin pausa, de ritmo trepidante, una apoteosis de violencia, aunque no precise ser demasiado explícita.

    En resumen: Welles en todo su esplendor y experiencia.

    ResponderEliminar
  16. Ya que nadie se anima, daré mi versión sobre el simbolismo de las "campanadas a medianoche" del título y el diálogo entre Falstaff y Shallow.
    Esas campanadas con sabor a muerte, tañen para anunciar al pueblo la muerte del rey y su sucesión por otro (¡El rey a muerto viva el rey!).
    Pero las campanadas, al ser a medianoche, también actuan como frontera o como punto de inflexión entre dos periodos ya sea en la transición de un día al siguiente o esas campanadas (tan hispanas) que marcan los instantes finales de un año.
    Las campanadas marcan el fin de un ciclo, el de Hal el príncipe despreocupado y el comienzo de otro el de Enrique V el rey y hombre de estado. Ese nuevo ciclo exige la muerte de los dos mentores o "padres" de Hal, Enrique IV y Falstaff. Necesarias ambas muertes pero no deseadas por Hal; la de Enrique IV, como padre y dador de la corona y la de Falstaff, que muere de tristeza al sentirse rechazado por su amado cachorro, que corrobora el fin de la vida de juventud del príncipe.

    ResponderEliminar
  17. ¿Por qué Falstaff es un personaje querido y entrañable? Porque además de ser un filósofo y un poeta es un tío auténtico que no esconde lo que es. Todos tenemos un lado noble y otro oscuro, bajo, inmoral o como le quieras llamar. Falstaff es un vicioso y un granuja, y no lo esconde sino que lo hace divertido… y esto es un espejo en el que el pueblo se refleja, pero de una forma bella, la belleza que le da Falstaff con su ingenio lleno de humor e inteligencia.

    ResponderEliminar
  18. @Javi
    Yo creo que lo que hace más entrañable y cercano a Falstaff es su humanidad, sobredimensionada en todos los matices de personaje, esta hace que aun siendo conscientes de todos esos defectos que citas, Falstaff nos caiga genial y genera en nosotros gran empatía.
    Gozamos con sus bribonadas y sufrimos al verle traicionado.
    Un saludo y gracias por estos dos buenos apuntes.

    ResponderEliminar
  19. Totalmente de acuerdo contigo, David. Es un personaje muy humano, con sus miserias y virtudes

    ResponderEliminar
  20. Hola a todos.

    Qué grande Orson Welles. Casi todo lo que tocaba lo convertía en Arte. En el caso de "Campanadas a Medianoche", la influencia de Shakespeare (y otros autores que rayan su importancia universal) se palpa en cada detalle y en cada diálogo, en cada ambientación y moraleja, mostrando de contínuo riquísimas muestras de moral al mismo tiempo que asistimos a una poderosa caracterización del ser humano del medievo.

    Lo cierto es que la recreación de Inglaterra en plena Edad Media está más que conseguida (salvo ciertas puntualizaciones) siendo, bajo mi punto de vista, de las pocas películas que te trasladan de manera muy fiel y rigurosa a una época riquísima en matices costumbristas y cotidianos, narrados con el estilo característico del lenguaje literario medieval.

    Y si hablamos de las interpretaciones, pues qué se puede decir... Orson Welles en su línea, es decir, magistral y apasionante, enseñando interpretación en cada gesto, movimiento y palabra. Un maestro imperecedero por los siglos de los siglos.

    ResponderEliminar
  21. @ David
    ¿Que porqué la titulan "Campanadas a media noche"?.
    Bien pues campanadas, me parece evidente que se refiere a que las campanas redoblan a muerto, al rey muerto. A la vez que repican al rey puesto. Su tañir formaba parte de la vida cotidiana en la edad media para anunciar eventos y otros acontecimientos (bodas entierros fuego, enemigo a la vista....). No hay que ir tan lejos, todavia hoy en dia se usa ese medio de comunicarse en el medio ruralsobre todo. En cuanto a "media noche", se puede asociar a las campanadas que marcan el fin de un año, y por ende el comienzo del uno nuevo. Quizás la "noche" sea la de esa época oscura y terrible que fue la edad media. Puede que sea la media noche la que incite el cambio del nuevo rey, que ya venía avisando de tal metamorfosis. A media noche ocurren las más terribles proezas y los peores augurios......
    Un saludo

    ResponderEliminar
  22. Tras una encuesta por los alrededores donde la pregunta era: Qué os sugiere "Campanadas a media noche"? sin contextualizar ni explicar de que se trata, las respuestas han sido:
    Malo porque me despiertan, miedo, peligro, incertidumbre, mal augurio, la hora de las brujas,alarma, cuento de hadas, algo malo ha pasado,cambio de vida, año nuevo y nuevos propósitos.
    Todo ello aplicable curiosamente a la película de Welles, por lo que deduzco que el título es muy acertado.
    Un saludo

    ResponderEliminar
  23. @Susan
    Tu lo has dicho de la unión del talento de dos genios como Shakespeare y Welles sólo puede salir una obra maestra apasionante y atemporal.
    Gracias por tu comentario.

    ResponderEliminar
  24. @Cristina
    Muy bueno lo de la encuesta, ciertamente escuchar campanadas a media noche no deja a nadie indiferente.

    ResponderEliminar
  25. Siento haber llegado tan tarde, pero es que aparte de haber pasado una mala semana, no tenía reciente est peli y me la he revisado para poder entrar.

    A primera vista parece ser que Campanadas a Medianoche es la más personal obra shakespeariana de Welles, si no es así parece ser, al menos, la más redonda, y a ese respecto ayuda la gran interpretación que hace Welles de ese personaje que le sienta como una segunda piel, incluso mucho mejor que la del propio Harry Lime.

    Las soluciones que usó para solventar los problemas que en su momento se presentaron en Othello, las utiliza ahora como método de trabajo, como hacer rodar a los actores de forma continuada, y suplirlos con dobles, en escenas en que son necesarios como figurantes.

    Si bien es cierto que la escena de la batalla es impresionante, a mi siempre me cautivó mucho más la forma en que está rodadas las escenas en el interior de la posada, las encuentro terriblemente modernas, muy frescas, incluso hoy día.

    Tan sólo añadir un punto: la única vez que he visto My Own Private Idaho, en un momento dado me dije esto es Falstatt. Así que ahora que he revisado la cinta de Welles me gustaría hacer lo propio con la de Van Sant.

    Un abrazo!!!

    PD: la actualización del Othello que habeis linkeado está sacada también del libro de Bodganovich. Aquí en BCN este libro está agotado, con lo que os hago un llamamiento por si alguien sabe cómo hacerme con un ejemplar que me lo haga saber. Le quedaría muy agradecido.

    ResponderEliminar
  26. @CINEXIM
    Que razón tienes en todo lo que dices ¿o será porque yo opino casi lo mismo? jejeje, "Campanadas..." es una de esas pelis que Welles, que salvo por los problemas económicos, pudo hacer a su manera. Una peli personal, redonda y en la que el genio se sintió lo bastante cómodo e implicado como para dar lo mejor de sí mismo en interpretación y dirección.

    De Othello y de las "soluciones" para paliar deficits merecería la pena abrir un capitulo a parte... Con todos esos personajes encapuchados :D ¡Qué tío como sabía salir airoso del paso!
    Esto me recuerda que en una psicotrónica peli de Jess Franco "El castillo de Fu Manchu", el alumno intentó emular al maestro, haciendo pasar a extras (españolitos y turcos) encapuchados por chinos.
    Cantoso "to the much" :D ... nada que ver con "parches y soluciones" Welles.

    Respecto a las secuencias de la posada, me alegro que las cites, efectivamente son magníficas y muy modernas.
    Y la peli de Van Sant la tengo que volver a ver, que casi no me acuerdo, pero sí que había leido sobre lo que comentas.

    Por último y respecto al libro de Bogdanovich, no te puedo ayudar, yo saqué el extracto de la entrevista de la red. Búscalo en librerías online a ver si tienes suerte.
    El que sí te recomiendo, lo estamos usando bastante en este ciclo, es el de entrevistas a Welles y análisis de su obra de André Bazin. Lo reeditó no hace mucho Paidós y está fenomenal, además cuenta con un interesante prólogo de Truffaut.

    Gracis por tus comentarios y un abracete.

    ResponderEliminar
  27. Gracias, David, el de Bazin lo tengo descargado en ¡¡¡portugués!!!, pero en cuanto lo vea me hago con él, y el de Bogdanovich lo cogí de la biblioteca. Estoy por denunciar que me lo han robado porque tienen una joya y no creo que lo sepan valorar, jajaj.

    Un abrazo!!!

    PD: la otra actualización que tengo también sacada del libro de Bogdanovich es la del Tercer Hombre, por si te interesa.

    ResponderEliminar
  28. Pues sí, claro que me interesa, dime donde la puedo conseguir.

    ResponderEliminar