“Campanadas a Medianoche” es una obra capital dentro de
la filmografía de Orson Welles, en
ella el autor ejerció un control total sobre la escritura, la realización y la
postproducción de la película. El producto final, corroborando las tesis del
propio Welles, se traduce en una
obra de arte cinematográfica cercana a lo sublime, repleta de fuerza visual, virtuosismo
narrativo y de un emocionante lirismo.
La
película no es la adaptación cinematográfica de una obra teatral de Shakespeare, sino un guión elaborado
por Orson Welles a partir de cuatro
obras de su autor favorito (“Las
comadres de Windsor”, “Ricardo II”, “Enrique IV”, “Enrique V”) y las
crónicas de Holinshed ambientadas en
la Inglaterra
medieval. Ya en 1939 Welles había confeccionado
para la escena una adaptación de estas obras que tituló “Los cinco reyes”. Parece ser que el espectáculo fracasó. En cambio
el film que hoy nos ocupa, nutrido por las mismas fuentes, funciona a las mil
maravillas, gracias a la genial idea de usar como eje de la acción
al entrañable Falstaff, interpretado en la cinta por el propio Welles de manera soberbia.
FICHA
TÉCNICA: CAMPANADAS A MEDIANOCHE “Falstaff (Chimes at Midnight)”.
AÑO:
1965. DURACIÓN: 115 min. PAÍS: España, Suiza.
DIRECTOR: Orson Welles.
GUIÓN: Orson Welles. MÚSICA: Angelo Franchesco Lavagnino. FOTOGRAFÍA: Edmond Richard (B&N).
REPARTO: Orson Welles, Keith Baxter, John Gielgud, Jeanne Moreau, Alan Webb, Margaret Rutherford, Norman Rodway, Fernando Rey, Walter Chiari, Marina Vlady, Michael Aldridge.
DIRECTOR: Orson Welles.
GUIÓN: Orson Welles. MÚSICA: Angelo Franchesco Lavagnino. FOTOGRAFÍA: Edmond Richard (B&N).
REPARTO: Orson Welles, Keith Baxter, John Gielgud, Jeanne Moreau, Alan Webb, Margaret Rutherford, Norman Rodway, Fernando Rey, Walter Chiari, Marina Vlady, Michael Aldridge.
PRODUCTORA:
Internacional Films, Alpine Films. Productor: Harry Saltzman, Emiliano
Piedra. GÉNERO: Drama. Comedia. Edad Media.
SINOPSIS:
En los albores del siglo XV, en Inglaterra una lucha por la corona real está a
punto de desatarse. La poderosa familia Percy, encabezada por el aguerrido
Henry “espuela ardiente”, reclamando
para sí derechos de sucesión al trono se opone a la legitimidad del rey Enrique
IV.
Mientras
el joven Hal, príncipe de Gales y heredero a la corona, vive completamente
despreocupado. Alejado de las tensiones que asolan al reino, vive de forma
disoluta enlazando una juerga tras otra bajo la tutela de John Falstaff, un viejo y gordo bribón, que a pesar de
ostentar el título de hidalgo es, sin lugar a dudas, el mayor sinvergüenza de toda
Inglaterra.
Corría
el año 1966 cuando “Campanadas a
Medianoche”, la tercera y última película del ciclo shakespeariano de Orson Welles, triunfaba en el festival
de Cannes. El jurado, la crítica especializada y el público concedían a la
cinta de Welles tanto o más mérito
que a las películas que compartían ese año la codiciada Palma de Oro (“Un hombre y una mujer” y “Señoras y señores”), por lo que el
festival decidió premiar a la extraordinaria cinta de Welles con un doble premio: Un premio extraordinario al que
denominaron “Premio 20 Aniversario”
(aunque curiosamente era la edición número 19) y el gran premio de la Comisión Superior
Técnica.
El
camino recorrido hasta ese momento de gloria no había sido rápido ni fácil, tal
y como solía ocurrir con todas las películas del genial director.
La
génesis del proyecto, tal y como ya comenté en el encabezamiento, se remontaba
a 1939 cuando Welles concibió para el Mercury
Theatre una versión temprana de la misma en la que fusionaba varias obras
de Shakespeare ambientadas en el
medioevo utilizando como hilo conductor las “Crónicas de Inglaterra, Escocia e Irlanda” de Raphael Holinshead.
Dice
Welles: “Estaba pensado que The Five Kings se hiciera en dos partes para ser
exhibida en dos sesiones. Hicimos una sola, utilizando Ricardo II, Enrique IV,
partes I y II, y Enrique V. La segunda parte debía incluir Enrique VI, partes
I, II y III, y Ricardo III. Todo un barrido de las obras de la historia
inglesa.”
El
proyecto no cuajó, pero Welles siguió con la idea rondándole la cabeza, y así
en 1960 presentaba en el Dublín´s GateTheatre un montaje titulado “Falstaff
(Chimes at Midnight)”, muy cercano a lo que poco después sería la película, ya
centrado en la figura de Falstaff y protagonizado por él mismo.
Los
tibios resultados obtenidos por la pieza no aplacaron el ímpetu de Orson Welles
y al poco tiempo ya estaba buscando financiación para trasladar su deseado
proyecto a la gran pantalla.
Finalmente
el dinero llegó, el productor español Emiliano Piedra accedió a endeudarse
hasta la camisa en un doble proyecto comandado por Welles que incluía la
realización de dos películas: Una, “Campanadas a medianoche” totalmente
controlada por Welles, de corte artístico y con escasas posibilidades de
triunfar en taquilla. Y una segunda película, “La isla del Tesoro”, basada en la novela de Stevenson más ligera y
comercial, con la que se pretendía recuperar la inversión y ganar algo de
dinero.
Y así
en septiembre de 1964 comenzaba el rodaje de la película que se prolongaría
hasta abril de 1965.
Solo se
construyo un decorado, el de la posada “La Cabeza del Jabalí”,
montado en un garaje y pintado por el propio Welles para abaratar costes.
Desde
el primer momento el director imprimió su dinamismo y sello personal al rodaje.
Juan Cobos, crítico de cine y
ayudante de dirección en la película, en un artículo publicado en 1974 en la
revista “Dirigido por…” comentaba al
respecto:
“Al cabo de una de las jornadas típicas con Welles durante la preparación, rodaje o montaje, cualquier hombre normal apenas tiene ganas de otra cosa que dormir y estar en forma para la batalla del día siguiente. Recuerdo que a los pocos días de comenzar el rodaje de "Campanadas a Medianoche" en Cardona, el equipo de dirección, producción y cámara, que vivíamos junto a él y los actores en un hotel tomábamos junto al café del desayuno nuestra gragea de Vitamina C. Puede parecer un chiste pero se demostró que el desgaste de energías exigido por el ritmo de trabajo, a tumba abierta, que nos marcaba lo hacía necesario.”
“Al cabo de una de las jornadas típicas con Welles durante la preparación, rodaje o montaje, cualquier hombre normal apenas tiene ganas de otra cosa que dormir y estar en forma para la batalla del día siguiente. Recuerdo que a los pocos días de comenzar el rodaje de "Campanadas a Medianoche" en Cardona, el equipo de dirección, producción y cámara, que vivíamos junto a él y los actores en un hotel tomábamos junto al café del desayuno nuestra gragea de Vitamina C. Puede parecer un chiste pero se demostró que el desgaste de energías exigido por el ritmo de trabajo, a tumba abierta, que nos marcaba lo hacía necesario.”
También es interesante leer las palabras recogidas por Jesús Franco, director español de serie B y jefe de la segunda unidad en “Campanadas
a Medianoche”, en su biografía “Memorias del Tío Jess” y con las que relata la
dinámica de trabajo que Welles les imponía: “Pasé casi un año de mi vida, yendo
y viniendo. Localizando decorados, vistiendo príncipes y menesterosos, rodando
y esperando angustiado su opinión sobre mi trabajo. Lo cierto es que en general
el no decía nada. Alguna vez mi trabajo le debió de gustar más de lo normal,
porque me levantó en brazos y me plantó dos besos en las mejillas. Otras veces
me regañaba.”
Franco subyugado por el talento de Welles y por su excéntrico método de trabajo refiere: “Él convertía, como un mago, las cosas, las embellecía con su talento. Trabajar a su lado fue una experiencia única y enriquecedora, en todos los sentidos, menos en el práctico. Era inimitable. Improvisaba todo el tiempo, nunca sabía cual iba a ser la escena siguiente. Se paseaba cada mañana, con su enorme cigarro, mientras todo el equipo esperaba a que marcara, por fin, el primer emplazamiento de la cámara. Si alguien osaba romper el silencio e iniciar una tímida pregunta, él gritaba: «No questions».”
Franco subyugado por el talento de Welles y por su excéntrico método de trabajo refiere: “Él convertía, como un mago, las cosas, las embellecía con su talento. Trabajar a su lado fue una experiencia única y enriquecedora, en todos los sentidos, menos en el práctico. Era inimitable. Improvisaba todo el tiempo, nunca sabía cual iba a ser la escena siguiente. Se paseaba cada mañana, con su enorme cigarro, mientras todo el equipo esperaba a que marcara, por fin, el primer emplazamiento de la cámara. Si alguien osaba romper el silencio e iniciar una tímida pregunta, él gritaba: «No questions».”
Pronto, y a pesar de las imaginativas soluciones del
director, los gastos desbordaron el presupuesto inicialmente calculado y hubo
de buscar nuevas fuentes de financiación. Esta llegó de la mano de Harry
Saltman, productor de la serie Bond, que deseaba que su nombre figurase en un
film de prestigio aunque económicamente resultara un mal negocio.
No me resisto a contaros algunas de las argucias de Welles
para abaratar costes, cito al director: “…cosas como terminar la actuación de
John Gielgud en el importante papel de Enrique IV en sólo diez días. Después,
cuando se hubo marchado, hicimos las tomas en las que aparecía de espaldas
sustituyéndolo con un extra español. Hay una escena en la que deben aparecer
los siete actores principales y en la que, literalmente, ninguno de los
fotografiados es quien se supone que debe ser. Un falso Gielgud, un fingido Hotspur...,
cada uno de ellos fue sustituido por un figurante.”
Y ahora a Cobos: “«Campanadas a Medianoche» para el esfuerzo
productivo que suponía, los medios que necesitaba y los actores que tenía, la
verdad es que era un film barato. Aún así tuvo que recurrir a su espléndido
conocimiento de la técnica, a su afán innovador y a soluciones muy económicas y
de gran efecto en pantalla, cosas de las que Welles sabe mucho”…”Todo el tiempo
que dispuso de Jean Moreau para hacer su papel de Dolly Tearsheet fueron cuatro
días, de los que más de uno se lo pasó ensayando la escena entre Falstaff, ella
y el príncipe, en la posada. Hay escenas del personaje en que el plano general
está rodado en Calatañazor, en Soria, el plano corto en Madrid, en el garaje
que se empleó como estudio, y la despedida, en Ávila, al amanecer, con las
murallas al fondo. Pues bien, sólo el plano corto de ella se pudo hacer con
Jeanne Moreau. Welles ya no concede importancia a estas dificultades y en esta
línea sabe hacer mil combinaciones.”
Finalizado
el rodaje comenzó la postproducción que se alargó varios meses y en
ella Welles demostró su enorme
talento de director de orquesta.
Cobos, al que el director dijo al
entrar en la sala de edición “Aquí es
donde realmente se hacen las películas”, escribió al respecto:
“Una de las experiencias que jamás podremos olvidar fueron
los meses que siguieron al rodaje de "Chimes at Midnight", y que
pasamos con Welles en el montaje y sonorización de la película cuando ya todo
el equipo estaba disuelto, salvo Edmond Richard que era una especie de
"embajador" en el Laboratorio. Este tiempo que pasamos junto a él en
las moviolas -donde normalmente trabajaba con la imagen pasando a doble
velocidad, había dado lugar a un buen libro sino fuera porque Welles imprime
tal dinamismo a su trabajo que cuantos le rodean apenas pueden seguirle, mucho
menos tomar notas.”
El
esfuerzo no fue en vano ya que una vez montados imagen, sonido y música, en su
conjunto adquieren una cualidad lírica inusitada, una plasticidad exuberante y
una armonía pocas veces alcanzadas en la obra del realizador.
Finalizado
este largo making-off pasaré a hablar
de la película.
La
narración discurre en dos líneas bien diferenciadas y de cualidades diametralmente
opuestas.
Una solemne
y dramática en la que se nos muestran los entresijos de la lucha por el poder,
donde se entremezclan intrigas, ardores guerreros, llamadas al honor y la
posición trágica y extraordinaria del portador de la corona.
Como
contrapunto la otra trama de carácter cómico. En ella Welles
nos ofrece una buena muestra de un estilo de vida popular y disipado hasta el
exceso, repleto de picaresca, personajes caricaturescos, chanzas y jaraneo. Un
estilo de vida personificado en la figura de Falstaff (Orson Welles) amigo íntimo y mentor en esas lides del príncipe
heredero Hal (Keith Baxter) vínculo
personificado de unión entre las dos tramas que configuran la narración.
Hal
hedonista por naturaleza, prefiere gozar de los placeres mundanos que la
compañía de Falstaff le brinda, pero a su vez asume que en un futuro su destino
“real” le obligará a adoptar una vida similar a la de su padre el rey Enrique
IV (John Gielgud), dejando atrás la vida
ligera y a sus amigos.
Ambas
tramas han dejado para la posteridad secuencias inolvidables de obligado
estudio en cualquier escuela de cine, citaré mis preferidas:
La inicial,
poética, metafórica e hilarante, con Falstaff y maese Shallow atravesando un campo
nevado, rememorando el pasado y concluyendo el diálogo haciendo referencia a
cuando “oyeron las campadas a medianoche”.
La secuencia acaba con un fundido en negro que da paso a los títulos de crédito
y a la posterior narración en flasback.
La
recepción de Enrique IV a los Percy en la sala del trono, con esos cañones de
luz entrando a través de las ventanas, rompiendo el ambiente tenso y solemne en
el que se desarrolla la disputa.
La
parodia del rey interpretada por Falstaff, con una cacerola en la cabeza, en la
que Welles demuestra unas
sobradas aptitudes para la comedia jamás vistas en sus otras interpretaciones. Welles hace mofa y befa de los altos
valores tras los que escuda la realeza sus actos más cuestionables.
Y por
supuesto la batalla. Una auténtica joya cinematográfica el la que los múltiples
planos, encuadrados de manera fascinante se suceden imbricados en una compleja tour de force de montaje.
Esas perturbadoras
imágenes envueltas en la niebla vienen acompañadas de una partitura musical no
menos perturbadora y fascinante. Y allí en medio, de nuevo Welles juega a subvertir los altos valores que han engendrado
tamaña violencia, insertando planos del obeso Falstaff protegido por su
esperpéntica armadura escondido entre los árboles o corriendo en el sentido
contrario a la lucha.
Todas
estos (y otros) grandes momentos cinematográficos se nutren de bazas
imbatibles: El sublime talento para el encuadre y los movimientos de cámara de Welles (en este apartado también
daremos algo de mérito al bueno de Jesús
Franco), la extraordinaria fotografía en blanco y negro de corte
expresionista de Edmond Richard, el
cuidado vestuario diseñado por el propio Welles,
el sonido y la excelente partitura del italiano Angelo Lavagnino.
En el
apartado interpretativo la composición de Falstaff que realiza Orson Welles brilla con luz propia, es
capaz de dotar al personaje de una humanidad de la que no gozan ninguno de sus
otros célebres personajes.
Me
atrevería a decir que es el único personaje (interpretado por él mismo)
positivo de su filmografía. Nadie como el viejo Falstaff, fanfarrón, obeso,
burlón, sablista, glotón y siempre sediento, para hacernos reír o emocionarnos
con esa conmovedora secuencia final de la coronación de Enrique V.
Otras
interpretaciones a tener en cuenta son la de John Gielgud como el rey Enrique IV, Keith Baxter como su hijo el príncipe Hal, Margaret Rutherford como la dueña de la posada Misstress Quickly, Alan Webb como maese Robert Shalow, Walter Chiari como el tartamudo señor
Silencio y Jeanne Moreau como la
prostituta amante de Falstaff.
Antes
de despedirme me gustaría aportar tres enlaces que a buen seguro completaran
convenientemente mi lectura previa de la película:
-Unos
fragmentos, que tratan sobre la película, extraídos de una entrevista que Peter Bogdanovich realizó a Orson Welles para su libro “Ciudadano Welles”.
-Un
artículo realizado por Conchi Sarmiento
para la revista literaria digital “Ábrete
Libro” en la que investiga sobre las fuentes shakespearianas que inspiraron
a Welles para escribir el guión de
la película.
-Por
último y para completar nuestra visión sobre la obra de Shakespeare que aportó Orson
Welles incluiré la reseña dedicada a “Macbeth”
publicada por el camarada Ricardo Pérez
en su blog Esculpiendo el Tiempo. Y
esta otra dedicada a “Otelo”
elaborada por el amigo Cinexim para
su blog CINEXIM. Gracias queridos
compañeros cinéfilos y un abrazo a los dos.
Y así
acaba mi trabajo de síntesis y análisis en torno a este extraordinaria
película, mi favorita junto a “Sed de
Mal” de la filmografía de Orson
Welles.
Ahora
se impone un apasionante cine fórum en el que analizar las virtudes
cinematográficas de la cinta y los variados e imaginativos ardides a los que Welles tuvo que recurrir para sortear
los déficits técnicos y económicos.
Un
saludo a todos y no os perdais esta película, es arte.
De las tres adaptaciones que Orson Welles hizo de Shakespeare, "Campanadas a medianoche" es la más personal. De hecho, resulta imposible no establecer un paralelismo entre la relación de Falstaff y Hal, con la del propio Welles y la industria del cine. Esa amargura que desprende su oronda figura al final del filme, es la misma que sentía el cineasta ante las trabas que su arte tuvo que afrontar durante toda su carrera.
ResponderEliminarLa secuencia de la batalla es memorable, donde destaca el uso prodigioso que hace del montaje; y para el que, sin duda, debió inspirarse en la batalla que aparecía en el "Alexander Nevsky" de Eisenstein.
Muy buena entrada, camarada.
Un saludo.
Calla, que de Bogdanovich vi yo ayer una obra de arte que se llama The last picture show. Increíble; había oído que era buena, pero no me imaginé que lo sería tanto... sólo es una apostilla por el comentario que haces acerca de Bogdanovich y su entrevista a Orson Welles. Un saludo, David.
ResponderEliminarUna auténtica obra maestra y estupenda lección de cine. Hablé de ella en mi blog sobre cine español (http://espanoladasyole.blogspot.com/).
ResponderEliminarRecuerdo que la vi en su estreno, era un domingo de pascua. El cine se llenó, el público decía "Es buenísima, es de espadas". Al cabo de media hora me quedé sólo en el cine. Me produjo una enorme tristeza pero salí satisfecho porque la película me pareció una maravilla.
Un abrazo.
@Ricardo
ResponderEliminarEfectivamente camarada, el hecho de confeccionar el guión con diferentes retazos de tragedias shakespearianas dio oportunidad a Welles de sembrar la trama con metáforas autorreferenciales: La traición de Hollywood y sus traumas de infancia-adolescencia (la dualidad del hijo con dos progenitores opuestos).
La secuencia de la batalla es tremenda y prodigiosa desde el punto de vista técnico, como toda la cinta, además de un buen indicativo de la genialidad de Welles capaz de "sacar petroleo" en la sala de montaje para paliar las condiciones económicas y técnicas más adversas.
Tengo que revisar Alexander Nevsky... que casi no me acuerdo de la batalla.
Un saludo camarada y gracias por tu comentario.
PARA TOD@S
ResponderEliminar... Y hablando de metáforas, en este cine fórum me gustaría que explorásemos entre todos la simbología de esas "campanadas a medianoche" que dan título a la obra y que aparecen en la secuencia de inicio y cierre, entre Falstaff y Shallow y en la posterior coronación de Hal-Enrique V.
¿Quien se presta a dar la primera interpretación?
@Javi
ResponderEliminarPues efectivamente "La última Película" de Bogdanovich es una gran peli.
Bogdanovich es uno de esos directores-autores que aparecieron en los 70´s (esos que Mankiewicz odiaba), formados en escuelas y universidades, que revolucionaron la industria americana.
Quizás Bogdanovich sea el más cinéfilo (todos lo eran) y mitómano, por ello ha desarrollado paralelamente una actividad de estudio, crítica y divulgación cinematográfica muy importante.
Su carrera como realizador es bastante irregular, con grandes pelis como la que citas o la entrañable "Luna de papel", otras interesantes como sus colaboraciones con Roger Corman (especialmente su ópera prima con Karloff de prota) o la relectura del screwball que hace en ¿Qué me pasa doctor?
Un saludo y espero tu comentario sobre la peli.
@Salvador
ResponderEliminarBienvenido a Ciclos de Cine, siempre es un placer contar con nuevos puntos de vista e impresiones en nuestro blog-filmoteca, sobre todo si son de primera mano como la anécdota que cuentas sobre los comentarios y reacciones del público en su estreno.
Falstaff es una grandísima película pero es una película dificil para el espectador medio, ya que para sacarle todo su jugo hace falta sensibilidad, un sentido del humor fino e inteligente y conocimientos cinematográficos. Y esto es algo de lo que la gran mayoría de los espectadores de "antes" (aquellos que iban a ver pelis de espadas) y los de "ahora" (aquellos que van a ver lo último en fx o animación por ordenador), carecen por completo.
Un saludo y gracias por tus interesantes comentarios.
Me impresiona la película por la forma que ha tenido Welles en adaptarlas, mira que soy fan de Shakespeare, pero mi cabeza no daría para interrelacionar temas como lo ha hecho Welles aquí. Welles hizo mucho por el cine y el teatro y sería una pena que no fuese tan testarudo como ha sido, porque nos quedaríamos sin adaptación cinematográfica de la obra teatral. Un saludo.
ResponderEliminar@Emilio
ResponderEliminarWelles junto a Kurosawa y Mankiewicz son mis favoritos a la hora de acercarse a la obra de Shakespeare. Otros como Branagh o Zefirelli me convencen menos.
Un saludo y gracias por tu comentario.
La película es una obra maestra de poesía. Tanto por las hermosas escenas de luces y sombras como por los diálogos. El texto está lleno de lirismo y poesía, llevado por la pluma de Shakespeare a su máxima expresión. Las escenas de la corte están llenas de solemnidad, y las maravillosas penumbras se ven surcadas por los haces paralelos de los rayos de luz que entran por los altos ventanales. Los picados y contrapicados que utiliza Welles, imprimen un ambiente opresivo y solitario. La corte contrasta con el aire alegre, vivo y lleno de vida de la posada, donde bullen los más bajos instintos mezclados con los personajes. Allí Falstaff es el rey, es un personaje grande por su volumen y por su corazón, es el mayor de los sinvergüenzas y el mejor de los amigos. Con su nariz postiza su gran panza y su barba parece un gnomo o un enanito de los bosques.Posee una expresividad extrema en los ojos que acaba por completar el cuadro de este personaje tan peculiar.
ResponderEliminarMagnífica me pareció la escena del bosque fantasmagórico donde los pícaros ladronzuelos corretean. Los árboles pasados de blanco tienen un aire a la vez temible y frágil. Ver al hermoso Falstaff con aspecto de tonel escondiéndose de los avatares de la batalla me ha resultado muy divertido. La posadera es un personaje espléndido y muy bien interpretado.
Bien como decía al principio, en mi opinión esta obra destila pura poesía.
Un saludo
A mi juicio, junto a Ulises, Don Quijote y Fausto, entre otros, Falstaff pertenece a la categoría de los grandes personajes de la historia de la literatura y la creación artística universal. No tan conocido ni célebre como los primeramente citados, Falstaff sirvió, por ejemplo, de fuente de inspiración a la última ópera de Verdi, una ópera bufa, inhabitual en Don Giuseppe, pero, personalmente, de las que más que agrada del compositor.
ResponderEliminarY a Falstaff encarnó en la pantalla su alter ego, el genial Orson Welles. Dramático y patético, cómico y truhán, bellaco y haragán, amante, comilón y bebedor insaciable, amigo leal y fiel villano, trágico y moderno, individualista y liberal, Falstaff es genio y figura hasta la sepultura.
Si Welles ha trasladado al cine mejor, que ningún otro cineasta (para mi gusto), el espíritu y la letra de Shakespeare, "Campanadas a medianoche", es su obra shakesperiana cumbre. ¿Qué más se puede añadir?
Salucines
@Cristina
ResponderEliminarComo bien comentas la batalla y el robo y persecución por el bosque son dos secuencias que hablan por sí solas de la maestría de Wells en esto del cine.
Ambas, tecnicamente complejas, gozan de un alto ritmo en la puesta en escena y cuentan con una soberbia planificación pero presentan dos estructuras de montaje completamente diferentes. En el robo predominan esos fabulosos movimientos de cámara en travelling con planos largos para la persecución mientras que en la batalla se suceden decenas de planos con espectaculares encuadres y esas agresivas angulaciones que comentas.
Un prodigio técnico.
Me hace gracia lo del gnomo, yo había pensado otra lectura cómica del personaje. Cuando aparece en plano con Maese Shallow ¿no os parece que Welles hace un paralelismo juguetón de esta pareja con Laurel & Hardy (el gordo y el flaco)?
@Fernando
ResponderEliminarEfectivamente, Falstaff como muchos otros personajes de Shakespeare (Hamlet, Macbeth, Lear, Otelo...)pertenece al grupo de esos personajes literarios universales y paradigmaticos de la literaratura clásica.
Entre estos citas al Quijote (al que Welles también se acercó en su película incompleta)personaje al que asocio desde un punto de vista muy personal a Falstaff.
Cervantes y Shakespeare ambos máximos exponentes de la literatura en lengua hispana e inglesa crearon a estos dos personajes, que a mi juicio, son las dos caras de la misma moneda.
Ambos comparten esa naturaleza tragicómica, caricaturesca, genial y universal. Pero sin embargo son completamente opuestos:
-Falstaff: obeso, venal, cobardón, dotado de gran cordura y abominador del sentido del honor.
-Por contra Quijote escualido, espiritual, un valiente capaz de lanzarse en pos de gigantes, alucinado, delirante y adalid, fuera de lugar y tiempo, de los rancios valores del caballero.
Unidos, como sus creadores que murieron el mismo día 23 de abril de 1616... eso sí con trampa ;)
@David
ResponderEliminarEs cierto que por sus respectivos tamaños tienen algo en comun con el gordo y el flaco, pero Falstaff y Maese Shallow poseen además un que sé yo mágico, parecen extraidos de un cuento de seres imaginarios. Shallow parece un enanito saltarin, sobre todo en la escena en la que baila con Silencio. Maese tiene una voz de pito entre rota y estridente que pega a la perfección con el enanito saltarin.
Un saludo
Me gustó mucho.
ResponderEliminarEl príncipe de Gales sigue a un personaje, Falstaff, que representa al hombre vividor, divertido, gracioso y muy ingenioso, pero también al hombre no tan noble: cobarde y mentiroso. Todo en él le resulta divertido al hijo del rey y sus andanzas con el personaje son necesarias; es un momento en el que elige ese camino, como elige el de buen rey cuando llega el momento y decide cambiar por sus responsabilidades y obligaciones… Henry V será uno de los mejores reyes ingleses, modelo de majestad y hombre justo y de honor (como se dice al final). En una reflexión que hace al principio, el príncipe dice que es tiempo de diversión, de un vivir alocado y no sujeto a demasiadas leyes para tiempo más tarde mostrarse tal cual se es: noble, valeroso, justo… se divierte uno y esconde su verdadero yo porque lo bueno es siempre mejor dejarlo esperar, guardarlo como un tesoro. Lo bueno es lo bueno de uno mismo…
Por otro lado me reí muchísimo; me pareció graciosísimo como retrata Orson Welles esa vida mundana y de bajas pasiones; los personajes, especialmente Falstaff, son dinamita dialéctica obra de un genio como Shakespeare, de diálogos no sólo graciosos sino profundos, tremendamente ingeniosos y de un lirismo fuera de toda duda… además de una densidad considerable.
El estilo es frenético, inquieto, visualmente hablando y en cuanto a ritmo narrativo, y las interpretaciones son sobreactuadas muchas veces, de una exageración muy apropiada originaria del mundo del teatro. La forma de rodar la batalla muestra la habilidad del director para transmitirnos toda la fuerza y dinamismo de la misma: imágenes de enorme poder que te bombardean sin pausa, de ritmo trepidante, una apoteosis de violencia, aunque no precise ser demasiado explícita.
En resumen: Welles en todo su esplendor y experiencia.
Ya que nadie se anima, daré mi versión sobre el simbolismo de las "campanadas a medianoche" del título y el diálogo entre Falstaff y Shallow.
ResponderEliminarEsas campanadas con sabor a muerte, tañen para anunciar al pueblo la muerte del rey y su sucesión por otro (¡El rey a muerto viva el rey!).
Pero las campanadas, al ser a medianoche, también actuan como frontera o como punto de inflexión entre dos periodos ya sea en la transición de un día al siguiente o esas campanadas (tan hispanas) que marcan los instantes finales de un año.
Las campanadas marcan el fin de un ciclo, el de Hal el príncipe despreocupado y el comienzo de otro el de Enrique V el rey y hombre de estado. Ese nuevo ciclo exige la muerte de los dos mentores o "padres" de Hal, Enrique IV y Falstaff. Necesarias ambas muertes pero no deseadas por Hal; la de Enrique IV, como padre y dador de la corona y la de Falstaff, que muere de tristeza al sentirse rechazado por su amado cachorro, que corrobora el fin de la vida de juventud del príncipe.
¿Por qué Falstaff es un personaje querido y entrañable? Porque además de ser un filósofo y un poeta es un tío auténtico que no esconde lo que es. Todos tenemos un lado noble y otro oscuro, bajo, inmoral o como le quieras llamar. Falstaff es un vicioso y un granuja, y no lo esconde sino que lo hace divertido… y esto es un espejo en el que el pueblo se refleja, pero de una forma bella, la belleza que le da Falstaff con su ingenio lleno de humor e inteligencia.
ResponderEliminar@Javi
ResponderEliminarYo creo que lo que hace más entrañable y cercano a Falstaff es su humanidad, sobredimensionada en todos los matices de personaje, esta hace que aun siendo conscientes de todos esos defectos que citas, Falstaff nos caiga genial y genera en nosotros gran empatía.
Gozamos con sus bribonadas y sufrimos al verle traicionado.
Un saludo y gracias por estos dos buenos apuntes.
Totalmente de acuerdo contigo, David. Es un personaje muy humano, con sus miserias y virtudes
ResponderEliminarHola a todos.
ResponderEliminarQué grande Orson Welles. Casi todo lo que tocaba lo convertía en Arte. En el caso de "Campanadas a Medianoche", la influencia de Shakespeare (y otros autores que rayan su importancia universal) se palpa en cada detalle y en cada diálogo, en cada ambientación y moraleja, mostrando de contínuo riquísimas muestras de moral al mismo tiempo que asistimos a una poderosa caracterización del ser humano del medievo.
Lo cierto es que la recreación de Inglaterra en plena Edad Media está más que conseguida (salvo ciertas puntualizaciones) siendo, bajo mi punto de vista, de las pocas películas que te trasladan de manera muy fiel y rigurosa a una época riquísima en matices costumbristas y cotidianos, narrados con el estilo característico del lenguaje literario medieval.
Y si hablamos de las interpretaciones, pues qué se puede decir... Orson Welles en su línea, es decir, magistral y apasionante, enseñando interpretación en cada gesto, movimiento y palabra. Un maestro imperecedero por los siglos de los siglos.
@ David
ResponderEliminar¿Que porqué la titulan "Campanadas a media noche"?.
Bien pues campanadas, me parece evidente que se refiere a que las campanas redoblan a muerto, al rey muerto. A la vez que repican al rey puesto. Su tañir formaba parte de la vida cotidiana en la edad media para anunciar eventos y otros acontecimientos (bodas entierros fuego, enemigo a la vista....). No hay que ir tan lejos, todavia hoy en dia se usa ese medio de comunicarse en el medio ruralsobre todo. En cuanto a "media noche", se puede asociar a las campanadas que marcan el fin de un año, y por ende el comienzo del uno nuevo. Quizás la "noche" sea la de esa época oscura y terrible que fue la edad media. Puede que sea la media noche la que incite el cambio del nuevo rey, que ya venía avisando de tal metamorfosis. A media noche ocurren las más terribles proezas y los peores augurios......
Un saludo
Tras una encuesta por los alrededores donde la pregunta era: Qué os sugiere "Campanadas a media noche"? sin contextualizar ni explicar de que se trata, las respuestas han sido:
ResponderEliminarMalo porque me despiertan, miedo, peligro, incertidumbre, mal augurio, la hora de las brujas,alarma, cuento de hadas, algo malo ha pasado,cambio de vida, año nuevo y nuevos propósitos.
Todo ello aplicable curiosamente a la película de Welles, por lo que deduzco que el título es muy acertado.
Un saludo
@Susan
ResponderEliminarTu lo has dicho de la unión del talento de dos genios como Shakespeare y Welles sólo puede salir una obra maestra apasionante y atemporal.
Gracias por tu comentario.
@Cristina
ResponderEliminarMuy bueno lo de la encuesta, ciertamente escuchar campanadas a media noche no deja a nadie indiferente.
Siento haber llegado tan tarde, pero es que aparte de haber pasado una mala semana, no tenía reciente est peli y me la he revisado para poder entrar.
ResponderEliminarA primera vista parece ser que Campanadas a Medianoche es la más personal obra shakespeariana de Welles, si no es así parece ser, al menos, la más redonda, y a ese respecto ayuda la gran interpretación que hace Welles de ese personaje que le sienta como una segunda piel, incluso mucho mejor que la del propio Harry Lime.
Las soluciones que usó para solventar los problemas que en su momento se presentaron en Othello, las utiliza ahora como método de trabajo, como hacer rodar a los actores de forma continuada, y suplirlos con dobles, en escenas en que son necesarios como figurantes.
Si bien es cierto que la escena de la batalla es impresionante, a mi siempre me cautivó mucho más la forma en que está rodadas las escenas en el interior de la posada, las encuentro terriblemente modernas, muy frescas, incluso hoy día.
Tan sólo añadir un punto: la única vez que he visto My Own Private Idaho, en un momento dado me dije esto es Falstatt. Así que ahora que he revisado la cinta de Welles me gustaría hacer lo propio con la de Van Sant.
Un abrazo!!!
PD: la actualización del Othello que habeis linkeado está sacada también del libro de Bodganovich. Aquí en BCN este libro está agotado, con lo que os hago un llamamiento por si alguien sabe cómo hacerme con un ejemplar que me lo haga saber. Le quedaría muy agradecido.
@CINEXIM
ResponderEliminarQue razón tienes en todo lo que dices ¿o será porque yo opino casi lo mismo? jejeje, "Campanadas..." es una de esas pelis que Welles, que salvo por los problemas económicos, pudo hacer a su manera. Una peli personal, redonda y en la que el genio se sintió lo bastante cómodo e implicado como para dar lo mejor de sí mismo en interpretación y dirección.
De Othello y de las "soluciones" para paliar deficits merecería la pena abrir un capitulo a parte... Con todos esos personajes encapuchados :D ¡Qué tío como sabía salir airoso del paso!
Esto me recuerda que en una psicotrónica peli de Jess Franco "El castillo de Fu Manchu", el alumno intentó emular al maestro, haciendo pasar a extras (españolitos y turcos) encapuchados por chinos.
Cantoso "to the much" :D ... nada que ver con "parches y soluciones" Welles.
Respecto a las secuencias de la posada, me alegro que las cites, efectivamente son magníficas y muy modernas.
Y la peli de Van Sant la tengo que volver a ver, que casi no me acuerdo, pero sí que había leido sobre lo que comentas.
Por último y respecto al libro de Bogdanovich, no te puedo ayudar, yo saqué el extracto de la entrevista de la red. Búscalo en librerías online a ver si tienes suerte.
El que sí te recomiendo, lo estamos usando bastante en este ciclo, es el de entrevistas a Welles y análisis de su obra de André Bazin. Lo reeditó no hace mucho Paidós y está fenomenal, además cuenta con un interesante prólogo de Truffaut.
Gracis por tus comentarios y un abracete.
Gracias, David, el de Bazin lo tengo descargado en ¡¡¡portugués!!!, pero en cuanto lo vea me hago con él, y el de Bogdanovich lo cogí de la biblioteca. Estoy por denunciar que me lo han robado porque tienen una joya y no creo que lo sepan valorar, jajaj.
ResponderEliminarUn abrazo!!!
PD: la otra actualización que tengo también sacada del libro de Bogdanovich es la del Tercer Hombre, por si te interesa.
Pues sí, claro que me interesa, dime donde la puedo conseguir.
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