SCARFACE, EL TERROR DEL HAMPA

A través de la figura de Tony Camonte, alter ego cinematográfico de Al Capone, Howard Hawks elabora una poderosa crónica del fenómeno gánster que golpeó a la sociedad norteamericana en los turbulentos años 20. La película destaca por su narración vigorosa y por su carácter transgresor, ya que muestra unos contenidos inusitadamente violentos para la época. Hawks combina hábilmente la acción, con el humor y la tragedia; y en su realización podemos apreciar la tendencia del director, apenas matizada por las imposiciones de la censura, a evitar las actitudes moralizantes.

Todas estas características confieren a “Scarface, el Terror del Hampa” una personalidad propia e innovadora que la elevan por encima de las otras grandes películas del cine de gánsteres realizadas en los años 30 y que la convierten, aún a día de hoy, en una de las obras más vigentes e influyentes del género.

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FICHA TÉCNICA: SCARFACE, EL TERROR DEL HAMPA.

AÑO: 1932. DURACIÓN: 91 min. PAÍS: Estados Unidos.

DIRECTOR: Howard Hawks.

GUIÓN: Ben Hecht, Seton E. Miller, John Lee Mahin, W.R. Burnett.

MÚSICA: Adolph Tandler, Gus Arheim. FOTOGRAFÍA: Lee Garmes, L.W. O´Connell (B&N).

REPARTO: Paul Muni, Ann Dvorak, George Raft, Osgood Perkins, Karen Morley, Boris Karloff, Vince Barnett.

PRODUCTORA: United Artists. Productores: Howard Hughes, Howard Hawks.

GÉNERO: Gansters. Film Noir.

SINOPSIS: Tony Camonte es un joven y ambicioso gánster, mano derecha de Johnny Lovo, el jefe del crimen organizado en la zona sur de la ciudad. Tony tiene planes propios y aspira a dominar en solitario los bajos fondos de la gran ciudad. Tras una serie de violentos asesinatos y enfrentamientos con bandas rivales, Camonte comienza a actuar de modo independiente, restando liderazgo a Lovo e intentando robarle a su novia Poppy.

Paralelamente, Tony mantiene enfrentamientos personales con su madre, que le recrimina su falta de honradez, y con su díscola hermana Cesca, a la que protege de forma enfermiza.

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“Scarface” fue una rareza en su tiempo, una película independiente fruto de la visión y el talento de sus dos progenitores: Howard Hughes y Howard Hawks.

En 1930 el aviador Howard Hughes se hacía por 25.000$ con los derechos de adaptación al cine de la novela “Scarface” de Armitage Trail, una típica crónica del hampa en la que dos hermanos, uno gánster y otro policía, se enfrentaban.

Hughes encontró en Howard Hawks al aliado perfecto para sacar adelante una producción al margen de los grandes estudios, la asociación con Hawks (cineasta, emprendedor, amante de la velocidad, las mujeres y los aviones) no sólo proporcionó al célebre millonario un coproductor y director para el proyecto, sino el empuje de un espíritu afín deseoso de triunfar e innovar desde la independencia.

Hughes encargó al guionista  W.R. Burnett la adaptación preliminar de la novela, indicándole que el personaje de Toni Camonte, el gánster, debía inspirarse en Al Capone, el sanguinario jefe mafioso que dominaba las calles de Chicago.

Pero Hawks tenía una idea distinta y mucho más ambiciosa para la trama, la de sustituir al hermano policía por una hermana, de la cual servirse para establecer un paralelismo entre la familia Camonte y la familia Borgia. Y para dar forma a esta idea y elaborar el guion definitivo, Hawks enrolaba en el proyecto al célebre escritor Ben Hecht, dándole las siguientes explicaciones: “¿Quieres hacer una película de gánsteres?... Bueno esta es distinta. Es la familia Borgia en el Chicago actual, y Toni Camonte es César Borgia… Mira nuestro Borgia es Al Capone, y su hermana comete el mismo incesto que Lucrecia Borgia.”.

Más adelante y bajo la orquestación de Hawks, se unieron a Hecht otros dos guionistas de prestigio: Seton E. Miller que se encargó de trabajar los diálogos y John Lee Mahin, que fue contratado para perfilar los aspectos del guion derivados del paralelismo entre los Camonte y los Borgia.

La historia, increíblemente atrevida para la época, retrata a unos personajes egocéntricos y violentos, fundamentalmente el de Tony Camonte (Paul Muni) pero también los de Guino Rinaldo (George Raft) y Cesca Camonte (Ann Dvorak), que se mueven por impulsos primarios. Todos ellos están dotados de una conciencia infantil aderezada con rasgos psicopáticos que les hace prácticamente irresponsables de sus actos destructivos, de los que no conocen el significado ni el alcance de sus consecuencias.

Así Toni Camonte, el ambicioso y megalómano protagonista, alcanzará de forma efímera la cima del hampa tras desatar una ola de sangre, inspirada en la matanza del día de San Valentín, en pos de su ansiada meta, estupendamente sintetizada en la cinta con la consigna en luces de neón “El Mundo es Tuyo”.

El tema del incesto entre hermanos está tratado con una sorprendente claridad, fundamentalmente en la escena final. Pero a pesar de esta aberración sexual y de la violencia que impregna toda la película, hay una voluntad consciente, por parte del realizador y los guionistas, de mirar a los personajes sin enjuiciarlos moralmente, huyendo de presentarlos como seres odiosos y depravados. Para conseguir esta difícil fórmula humanizan a los personajes desarrollando entre ellos subtramas dramático-románticas a las que se suman unos eficaces contenidos cómicos.

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El rodaje transcurrió con normalidad, sin presiones ni amenazas por parte de Al Capone. Hawks optó por una realización briosa orientada hacia el movimiento, ya fuese de los personajes o de la cámara. De esta forma el director pretendía subrayar la conducta dinámica de los personajes, especialmente la de Tony, y a su vez potenciar las trepidantes secuencias de acción, tiroteos y persecuciones en coche.

Hawks declaraba en una entrevista con Bogdanovich: “La película también era más rápida. Hughes veía el copión y decía: «Fabuloso, seguid así». ¿Recuerda dónde hay cinco accidentes? Yo había hecho uno para la secuencia del reinado de terror y Hughes me dijo: «Ha quedado muy bien ese accidente. ¿Cuándo vas a hacer más?». «No lo había pensado», contesté. «¿Crees que estaría bien?»… Recuerdo que cuando Lewis Mileston vio la película, dijo: «¿No iras a meter todo eso?». «Me lo estoy pensando», contesté. «Dios», dijo, «es demasiado». Pues a mi me parece que es de lo mejor de la película.”

La cámara se desplaza por los escenarios, describiendo travellings laterales que mantienen a los personajes en movimiento dentro del plano. Cada movimiento tiene una función precisa y Hawks transmite, con su mirada inquieta, una amplia gama de sensaciones que oscilan de la euforia al miedo y de la excitación al suspense. La música, los sonidos (pasos, silbidos…) y las tenebrosas atmósferas, que Lee Garmes consigue con su baja iluminación, ofrecen un contrapunto inquietante al movimiento que sirve para completar ese paisaje oscuro en el que los personajes matan y mueren.

Hawks maneja sabiamente la puesta en escena en las secuencias violentas, valiéndose la mayoría de las veces de recursos como la elipsis, las sombras, la música y los fundidos para sugerir unos actos que no necesitan ser mostrados. Pero, y aquí viene lo realmente innovador, reserva para los momentos de mayor intensidad, ya sea de acción o de dramatismo, escenas en las que la violencia aparece de forma totalmente explicita, algo inusitado en los films de la época, con una brutalidad y una eficacia más propia del cine de décadas posteriores.

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Antes de comenzar a tratar el apartado interpretativo sirva señalar que los actores y actrices que formaron el reparto eran prácticamente desconocidos en el mundo del cine. Esta circunstancia se debió a que la película, por su naturaleza independiente, fue boicoteada por los grandes estudios que se negaron a ceder a sus actores, todos atados bajo contrato.

El descubrimiento de Paul Muni, el gran protagonista de la cinta, se lo disputaban Hughes y Hawks, lo que sí es seguro es que fue este último el que se acercó a Broadway para cerrar su contratación. También provenía del mundo de teatro el encargado de interpretar al mafioso Johnny Lovo, Osgood Perkins (padre de Anthony Perkins). Ann Dvorak, que interpretaría a Cesca Camonte, era corista en la Metro y Hawks consiguió comprar la rescisión de su contrato. Y Boris Karloff, el miembro más célebre del reparto, era por aquel entonces un secundario desconocido con el que Hawks había trabajado en “The Criminal Code”.

El resto del reparto lo formaban actores sin empleo o directamente amateurs. George Raft, que interpretó a Guido el lugarteniente de Camonte, fue descubierto por Hawks en un combate de boxeo. Karen Morley, la novia de Lovo, era una chica sexy que salía con un amigo de Hawks. Y Vince Barnett, el divertidísimo “secretario” de Camonte, era un actor sin empleo, sarcástico y amargado, que trabajaba como camarero en el Coconut Groove.

De entre todos ellos destacaré las composiciones antagónicas realizadas por Muni, hiperactivo y gesticulante, y Raft, sobrio y silencioso, ambas marcarían unas pautas caracteriales que perdurarían en el tiempo y que influirían, a posteriori, en otros actores que interpretaron papeles de gánsteres.

Sin embargo en algunos de los pasajes más estáticos de la cinta, en los que se desarrollan las relaciones familiares y sentimentales entre los personajes, el verismo y el ritmo se resienten por la vis interpretativa marcadamente teatral de los actores. Esta es la única pega, que yo personalmente, detecto en la cinta y contra la que Hawks tiene que luchar tirando de recursos narrativos.

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Como era de esperar, tras el rodaje la cinta fue retenida por las autoridades, ya que vulneraba varios puntos del Código Hays. Sorprendentemente el principal problema de los censores, no fueron las relaciones incestuosas de los hermanos Camonte (que les pasaron desapercibidas), ni las escenas en las que se mostraban violentos tiroteos y ejecuciones, sino la imagen “positiva”, o más bien, no condenatoria que se ofrecía del personaje de Camonte.

La censura exigía la demonización del gánster, la condena pública de sus actos criminales y un final con una muerte ejemplar. Para complacer  las exigencias de la censura Hawks y Hughes filmaron una serie de planos y finales alternativos, que les permitirían estrenar la película en abril de 1932, un año después de haber concluido el rodaje.

A propósito de ello comentaba el director: “Incluimos la escena de los alcaldes para la censura. Cuando Hughes preguntó por la misma, le dije: «No hace ningún daño. Todo el mundo se dará cuenta de que no forma parte de la película»… El final de la muerte de Muni lo cambiamos por completo, en algunos estados hubo que ahorcarlo. Y como ya no teníamos a Muni, tuvimos que hacerlo con la música y primeros planos de pies, trampilla, verdugo y soga… El otro final no les gustó, dijeron que era demasiado heroico. Querían que le castigara la ley.”

Además de incluir estas escenas tuvieron que añadir al título la coletilla “The Shame of a Nation” (la vergüenza de una nación) durante el primer año de exhibición.

Aún así los censores no consiguieron empañar con sus ideas conservadoras esta obra transgresora pero sorprendentemente equilibrada y coherente en sus aspectos narrativos y estéticos.“Scarface” junto con “La Ley del Hampa” de von Sternberg, “El Énemigo Público” de William A. Wellman y “Hampa Dorada” Melvin LeRoy sentaron las bases del cine de gánsteres que vivía su máximo esplendor al principio de la década de los años 30.

A pesar de ello la crítica recibió con cierta frialdad el estreno y no supo reconocer los valores por los que la película fue calificada más adelante como uno de los títulos clave del cine norteamericano y una de las obras más reconocidas e influyentes del género.

No puedo dejar de comentar en el capítulo de películas herederas de “Scarface” el exitoso remake homónimo dirigido por Brian de Palma, protagonizado por Al Pacino y Michelle Pfeiffer,  ambientado en las luchas por el control del tráfico de cocaína en Miami al comienzo de los años 80. 

Así como el reconocimiento por parte de Francis Ford Coppola de la influencia ejercida por la cinta de Hawks en la concepción de su trilogía de “El Padrino”.

Sin nada más que añadir por el momento, sólo me queda invitaros a participar en el excitante cine fórum de la primera gran obra de Howard Hawks: “Scarface, el Terror del Hampa”.

Una cinta de carácter seminal con la que realizador norteamericano iniciaba una etapa brillante en contenidos artísticos y resultados comerciales, que se prolongaría durante tres décadas y en la que enriquecería con sus aportaciones personales los diferentes géneros cinematográficos.

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