Una de
las virtudes de Otto
Preminger, como
productor-director independiente, fue la valentía a la hora de
abordar en sus películas un buen número de temáticas
controvertidas de forma objetiva y en profundidad. En “Tempestad
sobre Washington” el
director austríaco nos ofrece un pormenorizado retrato de la clase
política norteamericana y de las luchas de poder, más sucias que
limpias, que se gestan en los salones y pasillos de la Casa Blanca y
el Capitolio.
Amparado
en su habitual claridad narrativa, y valiéndose de un extraordinario
reparto coral en el que destacan estrellas de la talla de Henry
Fonda, Charles
Laughton o Gene
Tierney; Preminger
da buena cuenta de los principios y mecanismos que mueven la
maquinaria política de Washington, y se vale de una exposición casi pedagógica de los mismos, para realizar una severa crítica a
la clase política estadounidense; una crítica fácilmente
extensible a la clase política de cualquier democracia occidental.
FICHA
TÉCNICA: TEMPESTAD
SOBRE WASHINGTON “Advise & Consent”
AÑO:
1962. DURACIÓN: 139 min. PAÍS: Estados Unidos.
DIRECTOR: Otto
Preminger.
GUIÓN:
Wendell Mayes. Música: Jerry Fielding.
FOTOGRAFÍA:
Sam Leavitt (B&N).
REPARTO: Henry
Fonda, Charles Laughton, Don Murray, Walter Pigdeon, Lew Ayres,
Franchot Tone, Peter Lawford, Burgess Meredith, Gene Tierney, George
Grizzard, Paul McGrath, Inga Swenson.
PRODUCTORA: Columbia
Pictures. Productor: Otto
Preminger.
GÉNERO: Drama.
Política.
SINOPSIS:
El presidente de los Estados Unidos propone a Robert Leffingwell como
secretario de estado; nos encontramos en plena guerra fría y
Leffingwell, un intelectual independiente y de ideas avanzadas, es el
hombre en el que el presidente confía para continuar sus políticas
en pro del diálogo y de la no beligerancia con el bloque comunista.
Antes de
ocupar su cargo el candidato presidencial debe ser revalidado por una
mayoría de los senadores que componen el Capitolio, pero conseguir
esa mayoría será una misión complicada, ya que un nutrido grupo
liderado por el ultraconservador senador por Carolina del Norte,
Seabright Cooley, se opondrá con vehemencia al ascenso de
Leffingwell.
En 1962
Otto Preminger
estrenaba su adaptación de la novela “Advise
& Consent” escrita
por Allen Drury
y ganadora del Premio Pulitzer en el año 1959. El realizador y
productor independiente se encontraba en la cresta de la ola de su
carrera tras enlazar sus dos mayores éxitos “Anatomíade un Asesinato” (1959) y
“Éxodo”
(1960).
Corrían
buenos tiempos para el trasgresor Preminger
y en “Tempestad sobre
Washington” repetía, una
vez más, la formula cinematográfica que tan buenos resultados le
había dado: Un sólido guión eminentemente crítico con el sistema
y en el que se afrontan sin tapujos temas espinosos o directamente
considerados tabú; más un plantel de buenos intérpretes, jóvenes
y veteranos, en el que destacan una o varias estrellas; y por
supuesto su particular estilo narrativo, caracterizado por la
objetividad en la exposición, un estilo abierto que invita al
espectador a extraer sus propias conclusiones.
Si bien
la película no alcanzó las cotas de popularidad de sus precedentes,
sí podemos afirmar que en calidad cinematográfica les va a la zaga;
si bien no es una película tan redonda como “Anatomía de un Asesinato” sí es,
a mi juicio, superior a “Éxodo”
y sorprendentemente mucho más entretenida.
Viene al
caso apuntar aquí que Peter
Bogdanovich en una de sus
entrevistas, casualmente preguntaba a Preminger
si valoraba más una película de éxito comercial, como “Anatomía de un Asesinato”,
respecto a otra, como “Tempestad
sobre Washington”, que no
había cumplido las expectativas comerciales que se le presuponían;
a lo que Otto
respondía: “Yo no me
pongo a pensar: ¿Esta película es buena o es mala? Eso lo dejo para
los que escriban mi necrológica, que se preocupen ellos de esas
cosas… si me pusiera a analizarlo, personalmente pienso que
“Tempestad sobre Washington” es mejor película que “Anatomía
de un Asesinato”. Además cuando hablamos de éxito estamos
hablando de taquilla y una película que no atrae a muchos
espectadores no tiene porque ser un fracaso. Si consigo transmitir lo
que quiero transmitir, para mi la película ha sido un éxito.”
Para la
elaboración del guión Preminger
contó con Wendell Mayes
con el que ya había trabajado en “Anatomía de un Asesinato”.
Mayes
realiza un gran trabajo a la hora de adaptar la novela; consigue la
difícil misión de guiarnos a través una compleja trama de intriga
política enriquecida con elementos dramáticos, gracias a los
diálogos e interacciones de un considerable número de personajes
magníficamente dibujados. Y por si fuera poco, y esto es de especial
interés para los espectadores que desconocen el funcionamiento de la
democracia presidencialista norteamericana, describe de forma notable
las competencias del Senado como supervisor de las políticas
presidenciales y sus mecanismos de funcionamiento (ya sean
transparentes o subterráneos).
Mayes
y Preminger
integran de una forma fluida y didáctica todo este caudal de
información, imbricándolo desde el inicio del metraje con suma
eficacia dentro de la trama; todo un acierto ya que sin estas
explicaciones la película hubiera quedado francamente lastrada.
En una
entrevista del año 1966 Preminger
comentaba al respecto: “Yo
creo que la parte interesante de la historia consiste en mostrar como
funciona el Gobierno Norteamericano. En la película hay una crítica
muy dura a nuestro sistema de gobierno, y el hecho de tener libertad
para hacer eso es fenomenal. Parece mentira que el gobierno
permitiese hacer una película como esa, este film demostró que, con
todas las quejas que se escuchan, este país es el único país
libre, el único en el que hay libertad de expresión”.
Curiosas
afirmaciones estas y más viniendo de un europeo que una y otra vez
había espoleado con sus películas a la sociedad americana y a su
establishment…
Lo que si queda claro es que el bueno de Preminger,
desde su independencia, hizo un buen uso de esa libertad de expresión
que tanto alababa.
El motor
argumental de la película, que además es el culpable de
desencadenar la tempestad que da título a la versión en castellano,
es la designación por parte del presidente de los Estados Unidos
(Franchot Tone)
del progresista Robert Leffingwell (Henry
Fonda) como secretario de
estado; el presidente convaleciente de una grave enfermedad cardiaca
ve en Leffingwell al mejor heredero para consolidar su política
exterior a favor de la no beligerancia.
Como la
designación de Leffingwell debe ser refrendada por votación en el
Senado, el jefe del partido que ostenta la mayoría en el Capitolio
(Walter Pidgeon)
ejerciendo su función de consolidar las políticas presidenciales,
comienza a cerrar alianzas con otros senadores para conseguir la tan
necesaria victoria en las votaciones.
Pronto
surgen disensiones dentro del propio partido y el veterano senador
Seabright Cooley (Charles
Laughton), se alza como un
fuerte opositor a la designación de Leffingwell. Los motivos de esta
oposición parten de un planteamiento político conservador y
anticomunista, pero van mucho más allá, ya que se mezclan con un
deseo de venganza personal contra el propio Leffingwell por antiguos
rifirrafes políticos.
Cooley
en la sesión del Senado cuestionará la blandura de sus
planteamientos en política exterior e insinuará en el candidato un
sospechoso exceso de simpatía por el “enemigo comunista”.
Para
despejar cualquier duda sobre la idoneidad del candidato presidencial
se acabará creando una comisión especial, presidida por el joven y
rígido senador por Utah Brigham Anderson (Don Murray), que se encargará
de investigar el pasado de Robert Leefingwell y le someterá a
entrevista en una sesión extraordinaria del Senado.
En
paralelo a la investigación dará comienzo una guerra sucia entre
los partidarios de ambas facciones y en ella la mentira, el
encubrimiento y la coacción serán moneda de uso corriente.
Leefingwell y Anderson sufrirán fuertes presiones al ser amenazados
con revelar elementos de su pasado, ya que si éstos finalmente
acabaran por hacerse públicos destruirían algo más que sus
respectivas carreras políticas.
Al
contrario de lo que cabría suponer la cuota de pantalla esta
repartida de una forma poco jerarquizada, estrellas y actores de
menor popularidad se reparten de forma coral el peso interpretativo,
dejando a la cinta huérfana de claros protagonistas; y esto es algo
que nos da pie a afirmar, sin miedo a equivocarnos, que el verdadero
protagonista es Washington, el Washington de las intrigas políticas.
La
película está fragmentada en dos partes:
La
primera parte es claramente expositiva, en ella Preminger
nos presenta las líneas maestras de la trama, a los personajes y el
funcionamiento del Senado.
En esta
primera parte el tempo narrativo es dinámico sin llegar a ser
acelerado, Preminger
utiliza sus habituales planos secuencia con unos virtuosos
movimientos de cámara para perseguir a los políticos en sus idas y
venidas por pasillos, fiestas, oficinas y domicilios particulares.
También
se toma su tiempo con planos explicativos, encuadrando escenas
corales con planos generales o bien planos medios, en las que los
intérpretes mantienen extraordinarios diálogos y monólogos, que
sirven para guiarnos a través de lo que podíamos denominar,
parafraseando el título de Altman,
“El Juego de Washington”:
Una batalla de salón entre políticos en la que se alternan el
intercambio de golpes de oratoria en las sesiones del senado y las
intrigas entre bastidores, con las cenas, fiestas y partidas de
cartas donde todos se comportan como viejos amigos.
Ajeno a
toda la camarilla senatorial permanece Robert Leefingwell; el
personaje interpretado por Henry
Fonda se erige como
coprotagonista en la primera parte de la película junto a Walter
Pigdeon y al gran Charles
Laughton.
Fonda,
es el de las grandes ocasiones; sobrio, intenso, desplazándose por
la escena como sólo él sabe hacerlo; encarna al honesto y capaz
Robert Leffingwell, un hombre de mente abierta, perfecto conocedor de
las reglas del “Juego de
Washington” y poco dado a
participar en el mismo ya que prefiere mantener su plena
independencia.
Charles
Laughton, en el que sería
el último papel de su dilatada y exitosa carrera, encuentra en el
viejo y reaccionario senador Seabright Cooley uno de esos papeles
hechos a su medida. Su composición del personaje abarca registros
que van desde el animal político, al simpático veterano con sonrisa
de niño travieso, pasando por el patriota airado.
Cooley
es a la vez opuesto y Némesis de Leefingwell; cínico y taimado,
pero capaz de conmovernos con su oratoria de grandes y emotivas
frases.
En esta
primera parte también son dignas de mención las interpretaciones de
Walter Pigdeon
como el senador jefe del partido mayoritario y de Franchot
Tone que se encarga de
ponerse en la piel del casi todopoderoso presidente de los EEUU.
Ellos encarnan al Príncipe
y a su Maquiavelo,
ambos son personajes arquetípicamente premingerianos
difíciles de encasillar en cuanto a su moralidad.
En la
segunda parte del film predominan los elementos dramáticos y el tono
empleado por Preminger
para la narrar se acelera progresivamente, cargándose de tensión
hasta llegar a un clímax trágico.
Aquí el
maestro hace un uso notable de los planos secuencia, las panorámicas,
los movimientos de grúa y sus célebres enfatizaciones con el zoom.
Todo
ello estructurado linealmente, sin trucos de montaje, ensamblando una
secuencia con otra con sus inestimables encadenados; estamos ante un
realizador maduro, con un estilo completamente definido y depurado.
El
protagonista absoluto de esta segunda parte es Don
Murray, el senador Brigham
Anderson presidente de la comisión investigadora; los hoy en día
olvidados Don Murray
e Inga Swenson (que
interpreta a la sra. Anderson) están magníficos en sus respectivos
roles de hombre atrapado en un conflicto moral que no sabe resolver;
y el de devota esposa confusa y angustiada que trata de ayudar su
marido; ambos aguantan todo el peso trágico de la película.
Mención
especial en esta segunda parte para Lew Ayres, que interpreta al
vicepresidente y para George Grizzard el arribista
senador Van Ackerman; son dos personajes a los que Preminger se
acerca, rompiendo su celebre distanciamiento, mostrándonos a dos
individuos atípicamente polarizados en lo referente a su moralidad
(Ayres
en positivo y Grizzard
en negativo); en ellos tenemos a dos raras avis dentro de la
geografía de personajes realistas del director austríaco, donde no
solemos encontrar malos ni buenos, sólo seres humanos.
Por
último mención de honor para Saul
Bass y sus expresivos
títulos de crédito, esta vez saliendo de una esquemática
representación de la cúpula del Capitolio abierta como una boca.
Otra genialidad del maestro Bass.
Y como
no para la voz de Frank Sinatra, que tiene a bien
dejarnos escuchar unos cuantos compases de uno de sus temas
especialmente compuesto para la película.
Y así
finalizo esta reseña sin nada más que recomendaros, como siempre,
el visionado de esta magnífica película del maestro Preminger;
sólida, valiente, magníficamente interpretada y realizada.
Todo un
alarde cinematográfico sobre un tema que hoy por hoy sigue siendo de
máxima actualidad: los juegos de poder y las ambiciones de los
políticos; que desgraciadamente poco o nada tienen que ver con los
intereses y el bienestar de los ciudadanos a los que representan.
Con este título Otto Preminger dio en la diana. Es todo un clásico del cine en este género sobre el mundo político en Washington D.C. y la Casa Blanca. Y además muy imitado en films y series de televisión posteriores.
ResponderEliminar¡Qué buen reparto! ¡Qué gran dirección de Preminger! ¡Y qué envidia la capacidad demostrada por el cine americano de cuestionar su propio sistema desde la libertad y la crítica! ¡Qué lección de democracia!
Por cierto, felicidades por el nuevo diseño de la página. Ahora "respira mejor" y pueden leerse los textos mucho mejor.
Salucines
Estoy contigo Fernando, "Tempestad..." es una de las grandes películas de Preminger.
EliminarAl hilo de lo que comentas sobre la capacidad de los norteamericanos a la hora de cuestionar su propio sistema, creo que los 60 fue una década especialmente buena en películas en ese tono: "El mejor hombre", "7 días de Mayo", "El mensajero del miedo" o incluso en tono paródico "Teléfono rojo..." sin olvidar que "Tempestad..." fue la pionera.
Me alegro de que el cambio de aspecto del blog te agrade, yo también creo que este giro hacia la sobriedad le viene bien a los contenidos.
Salucines
Oh! Veo que habéis renovado el blog!! ¿Estais aplicando eso de 'año nuevo...'?
ResponderEliminarMaravilloso reparto!! Tendría que volver a verla porque hace tiempo que la he visto y la recuerdo bien.
Qué gran actor Charles Laughton!!! Quié naturalidad!!
Saludos.
Y yo te animo a volver a verla, que tiene mucha chicha para hincarle el diente en el cine fórum.
EliminarPreminger vuelve a poner el dedo en la llaga y saca los colores a la clase política ofreciéndonos todo un repertorio de "especímenes" sospechosos y de conductas reprobables; pero también a la sociedad americana ya que los elementos de coacción de los que se valen para conseguir sus fines no serían tales sin la complicidad de toda una sociedad... y lo dejaré aquí, no quiero descubrir tan pronto las claves de la peli, que luego el Gourmet nos acusa de spoileadores:)
Lo dejaremos y dentro de un par de días, cuando todos los interesados hayan visto la película (si la pueden conseguir claro) nos metemos a destripar la cinta.
Y claro Laugthon, una interpretación extraordinaria, el Laughton maduro de las grandes ocasiones como en "Testigo de Cargo" o "Espartaco".
Un cordial saludo.
No he podido verla hasta ahora y sólo me paso para dicir que como sólo la recordaba vagamente la he disfrutado mucho.
EliminarOtra vez estamos ante varios temas controvertidos (y mucho). Me ha gustado eso de que los personajes no son perfectos, los malos no son tan malos y los buenos noson tan buenos, simplemente son personas.
Otra vez 'me quito el sombrero' ante Laugthon!!!
Creo que votaría por Leffingwell y tanto el jefe de la mayoría como el vicepresidente me han dado sensación de perosonas en quienes se podría confiar.
Y me viene a la cabeza una pregunta: ¿se castiga más por un pasado homosexual que comunista?
Parece que sí.
Saludos.
Una película en la que se juntan el enorme Henry Fonda, la bellísima Gene Tierney, el imponente Walter Pidgeon, el sólido Don Murray, el infravalorado Franchot Tone, un resto de reparto de gran altura, y sobre todo que sea la última película del más grande, Charles Laughton, puede llevar a pensar que es muy difícil que salga como se espera. Pero no, están todos magníficos. Una orgía interpretativa en toda regla. Y como siempre, Laughton lo borda en su caracterización de veterano senador cínico que ya está de vuelta de todo.
ResponderEliminarSi además la historia es realmente buena, los diálogos brillantes, el ritmo a pesar de su larga duración no decae en ningún momento, y la dirige un tipo que ha firmado "cositas" como "El hombre del brazo de oro", "Buenos días, tristeza", "El cardenal", y sobre todo "Anatomía de un asesinato"; entoces ya esa lluvia de estrellas te cala hasta los huesos.
Quizá no sea una obra maestra, pero sí es para verla y disfrutarla cada cierto tiempo.
Ya sabéies que no puedo entrar con mi nombre.
SUSAN LEÑOX, UN BESOTE , me alegro de vuestra vuelta.
Una película muy completa absolutamente recomendable, como reseñas en tu comentario un reparto excepcional en el que sobresalen como no Laughton y Fonda pero también actores "menores" como Tone, Pigdeon, Ayres, Lawford o incluso semidesconocidos como Murray, Swenson o Grizzard.
EliminarYa que hablas de Gene Tierney comentar que tiene un papel pequeñito pero bastante coqueto, interpreta a una viuda de clase alta que mantiene un romance con Pigdeon, sale en solo tres secuencias pero siempre dejando pinceladas de clase y belleza; Tierney es como el Chanel nº5 nunca falla.
También notable la corta intervención de Burgess Meredith (el entrenador de Sly en la saga Rocky) haciendo de testigo algo "tocado" en la investigación a Leefingwell, por el que gano el NBR al mejor actor de reparto.
Un cordial saludo.
¡Bien! Ahora puedo leer las entradas sin que me lloren los ojos :). Reconozco que "Tempestad sobre Washington" no es uno de mis filmes favoritos de Preminger, su duración me resulta excesiva y creo que descansa demasiado sobre la gran labor de los actores. No se me moleste usted, pero considero que el cine de Preminger entró en decadencia tras la extraordinaria "Anatomía de un asesinato". Por lo demás, excelente reseña.
ResponderEliminarUn abrazo, camarada.
Jajaja si lo llego a saber antes te mando unos colirios por correo. En serio me alegro que te guste el nuevo diseño es más limpio y más sobrio. :)
EliminarBueno, aunque no comulgues con el global de este film, creo que coincidiremos en que es perfectamente disfrutable por la puesta en escena, los diálogos y por esas excelentes interpretaciones sobre las que descansa la peli. Sólo por ver en su salsa a dos grandes como Laugthon y Fonda (que sé que te gustan) ya merece la pena.
Y no sea vd. tan duro con el bueno de Otto, que después de "Anatomía..." hizo sus cosas destacables (que no todo fueron Skidoos): "El rapto de Bunny Lake", sin ir más lejos, era una de sus pelis que sospechaba que podía gustarte; y también "El cardenal" y "La noche deseada" son películas que me gustan bastante.
Un fuerte abrazo camarada
Aún no he visto la peli, pero antes de hacerlo y poner algo, si se me ocurre añadir algo interesante después de tu completísima entrada, David, decir que me pegan mucho Charles Laughton y Henry Fonda para el tipo de personajes que interpretan en esta peli. Un Laughton zorro y, creo entender, represivo y un honesto y progresista Henry Fonda. Laughton le da a sus personajes una personalidad y presencia formidables. Es un animal escénico.
ResponderEliminarUn abrazo, David. Genial entrada
Hola Javi, es cierto que la presencia de Laughton y Fonda hacen aún más atractiva la película, son dos grandes actores, de los que "dejan huella" con sus grandes interpretaciones.
EliminarLaughton, como ya dije antes, es el de las grandes ocasiones, compone un personaje arquetípico del final de su carrera; como tú dices mitad viejo zorro, mitad procer venerable; taimado y a la vez revestido de dignidad.
Tiene algo del Graco de "Espartaco", va a ser apasionante desnudar al personaje en el cine fórum.
Fonda (a mi me gusta mucho Fonda) también encarna a un de personajes hecho a su medida: Inteligente, liberal, honesto y directo.
Fonda es uno de esos actores, al igual que Jimmy Stewart, que le ponen un rostro a America, actores que van componiendo "el personaje" a medida que evoluciona su carrera, sumando rasgos y matices de los grandes personajes de sus películas previas; y al final Henry Fonda acaba haciendo de Henry Fonda fundiéndose el hombre con la síntesis de sus personajes esenciales.
La buena noticia es que ya tengo más de media película subida a Rapidshare, cuando esté os envío los enlaces, para que poderla debatir a fondo.
Un abrazo y gracias.
El mérito de Preminger en esta película es múltiple. Por un lado, supo desarrollar una crítica afortunada del sistema político de su país consiguiendo que se aprobara su película. Aprovechó además para darnos unas clases de organización y funcionamiento de la clase política americana. Se sirve para ello de varios medios, pero el más claramente didáctico, y hasta gracioso, es el de las damas americanas explicando a la mujer del embajador francés desde las gradas del público.
ResponderEliminarLos intríngulis de la política nos son presentados en su estado más puro, los dimes y diretes y la forma en que se toman las grandes decisiones, aquellas que luego rigen sobre los acontecimientos, y dirigen el mundo. Esta película me inspira una frase: “Quién hace la ley hace la trampa”. Y es que todos los personajes se mueven como fichas de ajedrez para conseguir sus mates. Como trasfondo, una vez más Preminger nos deleita con las debilidades y tormentas del ser humano. Juega con los sentimientos de lealtad, de culpa, de vergüenza, de honor y de amor. Podríamos comparar la forma que tiene Leffingwell de enfrentarse con su pasado cuando el presidente del comité se acerca peligrosamente a él, y como reacciona este cuando a su vez su conducta pasada le alcanza. Resulta memorable la conversación entre el viejo presidente de los EEUU, enfermo y al que no queda tiempo con el joven decidido y honrado presidente del comité de elección de Leffingwell. Vemos en ella reflejadas la postura del viejo luchador, que sabe dar a cada cosa su importancia y sacrificar “los detalles” por un bien mayor, frente al joven orgulloso de su integridad, que no perdona los deslices del pasado y que considera que “esos detalles” son de la máxima importancia. El joven se atiene inflexible a su postura a pesar de los ruegos del poderoso presidente. Y Preminger juega sus cartas con gran maestría, permitiendo que la ley y la democracia imperen y sean el soporte los extraños movimientos políticos que se describen. Debo añadir que permite que su personaje sea consecuente con su postura hasta el final, y que si no perdonó a Leffingwell por sus devaneos con el comunismo, tampoco se perdona a sí mismo por los suyos. O ¿Quizás es simplemente que no pudo hacer frente a semejante vergüenza?
Saludos
Preminger se mueve con una sutileza y una elegancia incuestionables a la hora de adentrarnos en los mecanismos políticos de Washington. La vista al capitolio de Gene Tierney con las dos mujeres de los embajadores es un ejemplo perfecto, con el diálogo mantienen responde de forma coloquial y hasta graciosa a muchas de las preguntas que le pueden surgir a un no americano.
EliminarTambién las conversaciones de Leefingwell con su hijo en parte persiguen ese fin, pero esa relación persigue un fin mucho más interesante. Leefinwell se mira en el espejo de la pureza moral que es su hijo y a él tiene que explicarle como funcionan las cosas en Washington y porque a veces el camino "recto" no es el mejor camino, justificando con ello atentados a la moralidad más pura, perdiendo un poco de inocencia y madurando. Demostrándonos que no todo son blancos y negros, sino que hay muchos tonos de grises (esto es algo muy premingeriano), es más afirmando que a veces hay que ser o saber ser gris.
Esto viene perfectamente ejemplificado en lo que comentas a posteriori; en el como se enfrentan a la coacción y a la presión Leefinwell (Fonda) y Anderson (Murray).
Ambos se ven coaccionados por devaneos del pasado. Leefinwell flirteo con el comunismo y Anderson tuvo un flirt homosexual durante la guerra.
La forma de afrontar de cada uno de los dos sus respectivas crisis es muy diferente, su carácter, sus prejuicios y su grado de madurez marcan sus reacciones.
Es uno de los puntos fuertes de la película y por eso me gustaría que los analizásemos entre todos.
A mi juicio el personaje más espléndido de la película es el interpretado por Charles Laugthon. Me deleito con su aspecto inofensivo, con sus caras de niño malo, sus tejemanejes y su aguda inteligencia. Es un duro y merecido rival del representante de la mayoría. Ambos juegan a las cartas en las tardes libres como buenos compañeros, y juegan a la política durante las sesiones del parlamento. Como decía antes son excelentes jugadores de ajedrez. El país está en sus manos y así debe seguir, para su equilibrio y buen funcionamiento.
ResponderEliminarPor supuesto que otro de los personajes admirables es Henry Fonda. Acapara inmediatamente la simpatía del público, y la relación con su hijo es cercana y ejemplar, inmejorable como padre. De hecho todos los personajes son espléndidos.
La única pega que le pondría a la película es un cierto enlentecimiento de la acción en el tercio medio. En esta película Preminger desde luego abusa de la inteligencia del espectador, más que respetarla.
Un saludo
Puede ser un ejercicio apasionante desarrollar un pequeño estudio de los personajes más interesantes, de sus contradicciones y de su catadura moral:
EliminarPropongo a parte de los comentados Leefingwell (Fonda) y a Anderson (Murray), a Cooley (Laughton), al jefe de la mayoría (Pidgeon) y al presidente (Tone).
Espero poder enviar mañana los enlaces de la peli y así tener un poco más de base para el fórum.
Perdone que no comente esta magnifica pelicula de Preminger, que hace eónes que ví y que ya le toca una revisitación.
ResponderEliminarLe comentaré, que lo que he hecho, es sumergirme en las entrañas de sus entradas anteriores (un par de meses o así) y todas son de primera, muy trabajadas y presupongo que aménas. Veo que hay mucho material y ya me iré poniendo al día.
Bienvenido Lorenzo, un placer tenerle por ésta su casa.
EliminarSi vd. lo desea el espíritu de esta empresa es, además del comentario y la crítica de un puñado de buenas películas, el compartir éstos con el mayor número de amigos cinéfilos.
Invitado está a participar en ellos, y si tiene problemas le invitamos a revisar la cinta, ya que si vd. nos deja una dirección de correo-e, nosotros burlando a FBI y a quién haga falta le suministramos unos enlaces para descargar la película.
Un cordial saludo, bienvenido.
Bueno, voy a hacer el intento de ver esta que parece una gran peli y que no recuerdo haber visto. Este finde descargo y veo, y ya diré. Solo mencionar mi adhesión incondicional a los comentarios elogiosos sobre Laughton, que recuerdo de filmes maravillosos como "Testigo de cargo" y en su (creo) única incursión como director "La noche del cazador" con un Robert Mitchum en estado de gracia. Y por último... si tenéis 2,5 euros que gastar el domingo, comprad "El país" (Aunque luego el periódico ni lo leáis) que REGALAN unas pelis fabulosas, una buena oportunidad de completar la estantería, esta semana toca "El guateque" y a la que viene la imprescindible "Matar un ruiseñor"...
ResponderEliminarvaya vaya cuanto honor mr Joker, efectivamente si a uno le gusta el cine clásico es dificil no ser un incondicional de Laughton; así de tirón y sin mirar el imdb me salen unas cuantas actuaciones memorables del bueno de Charles sin contar la peli que nos ocupa: "Esmeralda la Zingara", "Esta tierra es mía", "El déspota", "Rebelión a bordo", "El fantasma de Canterville", "Testigo de cargo", "el proceso Paradine", y "Espartaco".
EliminarY por supuesto, tan memorable o más que todas esas que protagonizó, tenemos esa joyita que es "la noche del cazador" su única película como director.
Bueno ya me contarás cuando la veas.
Un abrazo.
David y Cristina, que sepais que os he comentado como anónimo
ResponderEliminarno puedo entrar como SUSAN LENOX, a no ser que tengais la amabilidad de poner los comentarios de ventana de salida emergente.My comment, está arriba...gracias pareja.
No te preocupes te hemos reconocido, aunque ARRIBA firmaste como Susan LEÑOX, en que estarías pensando... :),
EliminarAlgunos verán en Leffingwell a alguien peligroso, renovador en aspectos que tienen que ver con lo que otros consideran espíritu norteamericano superior que no negocia ningún tipo de cesión que pueda ceder la más mínima soberanía para mantenerse en lo más alto (visión del senador Cooley).
ResponderEliminarEsta película de género político es como una balanza en la que se sopesarán pros y contras del nuevo candidato propuesto por el presidente. El presidente cree firmemente que es la mejor persona para desempeñar el puesto y para, en un futuro, poder sucederle, no así tanto el que ahora es vicepresidente, con cosas destacables, pero que carece de la fuerza e inteligencia de Leffingwell (sorpresa final). En la nueva Roma (aunque ya no tanto) hay un equilibrio de poder en el que hay muchas luchas, incluso chantajes.
Algunos querrán pillarlo. Manipularán, incluso, lanzando medias verdades para desacreditar a Leffingwell. Hurgar en el pasado para encontrar manchas es todo un clásico en la política y lugar común; servirá no sólo para el caso del candidato a secretario de estado sino para el del honesto senador por Utah Brig Anderson.
Dará la constante impresión de que en cada conversación, en cada palabra que se dice, aunque parezca intrascendente, hay algo importante, algo que se suelta con algún propósito. Se percibe mucho pragmatismo producto del interés. Los más listos están siempre arriba y los más honestos, que a lo mejor no son tan pragmáticos, no consiguen triunfar… Spoiler (Ni Leffingwell, pero en este caso más bien por poca fortuna, ni el senador Brigham, ni tan siquiera el senador jefe de la mayoría interpretado por Pidgeon, que quería que saliese elegido Leffingwell).
Laughton y Pidgeon son muy parecidos en cuanto a honestidad política, sólo que uno se maneja con astucia, es como un zorro político, y el otro con trasparencia, aunque no siempre (ambigüedad que le da ese interés). Laughton cree en algo firmemente, algo que cree que es noble, y lucha por sus ideales a su manera.
El final demuestra que ambos son parecidos. El malo de la peli :-D ya se sabe muy bien quien es…final, por otro lado, preciso, matemático. No resulta del todo creíble por las coincidencias, aunque sí idealmente antitético en cuanto a su mensaje moral, o si no antitético sí ambiguo, o confuso. Final, a su manera, bonito de todas formas.
Gracias por el comentario Javi, al hilo de lo que comentas y después de ver la película creo que deberíamos abrir una segunda fase en el cine fórum planteándonos esta pregunta: ¿VOTARÍAMOS A ALGUNO DE ESTOS TIPOS?.
EliminarPreminger en la peli nos permite conocer facetas de los políticos que como ciudadanos habitualmente no vemos ; estos políticos mantienen una actividad profesional y una vida privada (como casi todo hijo de vecino); en su actividad profesional existe una faceta pública o en exposición para el gran público, que desarrollan en las sesiones del Capitolio o en sus declaraciones a los medios..., en donde todos se muestran (con mejor o peor estilo y/o retórica) cargados de dignidad, patriotismo y nobleza. Y otra faceta profesional oculta(que normalmente permanece oculta al ciudadano, a menos que la destapen los medios... algo tipo Watergate o los trajes de Camps) en la que ejecutan todos esos chanchullos, alianzas y presiones que tan bien nos muestra Otto en la peli.
Todo esto es el mundo de la política por donde se mueven, disputan y pueden morir (políticamente hablando) todos los personajes de la película (cada uno con sus motivos, lealtades y bagaje moral), pero en este "mundo político" también existen unas reglas de enfrentamiento; la de no utilizar elementos de la vida privada en las luchas políticas.
Por tanto la coacción a Leffinwell, amenazado con desvelar sus flirteos de juventud con el comunismo, sí que entraría como una herramienta de presión política, sucia pero viable, de acuerdo con los parámetros de esas normas de enfrentamiento.
No así el chantaje a Murray ya que este entra de lleno en el terreno de lo`personal (conducta sexual)y además de afecta a su vida privada (amenaza de ruptura familiar).
Teniendo en cuenta estas esferas podemos dividir a los personajes en varios arquetipos en los que sopesaríamos su calidad política y su calidad moral.
Y de ahí debería salir la respuesta a la pregunta que hice al principio: ¿Vd. votaría a estos tipos?.
¿VOTARÍAS A LEEFINWELL (Henry Fonda)?
ResponderEliminarVotaría por Leffingwell por ser honesto y conciliador.
EliminarSi hay que votar, yo votaría por Leefinwell (y por su hijo también). :)
EliminarMe explicaré, Leefinwell encarna una serie de valores que lo harían mi candidato: Intelectual, liberal e independiente.
Sabemos que estos valores están presentes en su vida política y en su vida privada (gracias a la cámara de Preminger), pero su aparentemente intachable honestidad se ve puesta en tela de juicio; Leefinwell miente al comité para encubrir a su amigo (y a petición de éste), pero inmediatamente renuncia a su cargo y confiesa al presidente que sus antecedentes filo comunistas son ciertos.
Leefinwell miente por proteger a su amigo (sin obtener beneficios con su acción) y es sumamente interesante su relación con la mentira y las explicaciones que da a su hijo sobre ésta.
Como ya comenté anteriormente el hijo representa a la conciencia de Leefinwell en toda su pureza moral la pureza de un niño), pero también representa los valores que el propio Leefinwell quiere transmitir a las generaciones venideras. Por ello en su primera intervención la de la llamada telefónica, le dice a su hijo que mienta diciendo que no está en casa, y su hijo le pregunta el por qué (ya que mentir, bajo su juicio de niño, no está bien) y papá Leefinwell le explica (porque ya es un niño grande que puede empezar a entender ciertas cosas del mundo de los adultos) que hay ciertas mentiras que podíamos calificar de menores (o inofensivas) y que entre los políticos de Washington mentir de esa forma es una práctica habitual y no punible.
Posteriormente, el comité ya ha descubierto (gracias a las maniobras de Cooley) que el candidato ha mentido y Anderson empieza a ser coaccionado, va a casa de Leefinwell pensando que este está detrás de la coacción y muy alterado le increpa a gritos y pone en tela de juicio el valor de su palabra. El niño lo escucha y tras la marcha de Anderson Leefinwell le pregunta si ha entendido la conversación, el niño le dice que no, así que tras pensarlo un momento (momento en el que se insunúa que Leefinwell está confeccionando una de esas "mentiras de Washington" para su hijo) decide que lo mejor es contarle la verdad.
Tras esto no me cabe duda que Leefinwell no es sólo cabal, honesto e íntegro, sino que también es humano y en absoluto cínico; y sobre todo valiente y fiel a sus principios, capaz de reaccionar durante la crisis de forma consecuente con sus valores y su conciencia.
¿VOTARÍAS A COOLEY (Charles Laughton?
ResponderEliminarEncantador pero perverso y manipulador, anclado en la prehistoria.
EliminarNo voltaria por él para que me representase.
Me extenderé algo más con este complejo personaje, que a mi juicio encarna todo lo que moralmente detesto.
EliminarEncarna por ejemplo, el lastre que arrastran ambos personajes. Por un lado Leffingwell que tiene que ocultar su flirteo con el comunismo (hace ya muchos años), por culpa de mentalidades como la que tiene el bueno de Cooley. Y lo mismo digo de Anderson en cuanto a sus tendencias sexuales.Cooley es el que tira la piedra y esconde la mano. Saca a relucir los trapos "sucios" de los demás, sin el menor remordimiento, y pone cara de bueno, alegando que los que se equivocaron fueron ellos.. Tanto Leffingwell como Anderson tenían todo el derecho del mundo a investigar y descubrir por si mismos aquello que les atraía. En un caso, el del intelectual,su deseo de conocer las ideas comunista, y en el de Anderson sus tendencias homosexuales. Ambos acaban por alejarse de esas situaciones, pero muy bien podían haber persistido en ellas. En ese caso por supuesto no hubieran llegado a los puestos públicos que tiene en la peli, por eso lo ocultan a conciencia y se avergüenzan de ello. Pero se trata precisamente de eso, de que la mentalidad que asiste a Cooley es censuradora, limitante y castrante para con los demás. Sin embargo el propio Cooley hace muestra de ser un hombre movido por bajos instintos: el rencor, la venganza, el engaño, y todo para satisfacción personal. Eso es lo que este hombre encarna, la hipocresía y la falta de ética. Los otros dos personajes son honestos, valientes y consecuentes. Cooley, osea la mentalidad que este representa, consigue que el pasado de ambos sea vergonzoso, y por supuesto lo baña todo con un maravilloso tinte de patriotismo, de valores éticos y honorabilidad.Cooley está a la altura del senador Van Ackermann, que piensa que el fin justifica los medios.
Es la moral de gente como Cooley la que convierte el pasado de los demás en pecaminoso y culpable.
Por supuesto la moral imperante en aquella época, coincidía con la del senador Cooley, de ahí el valor de Premminger al exponer esta temática, lo hace con elegancia y acierto para que una vez más, los censurados no usen su censura para evitar la crítica implícita en el argumento.En realidad Preminger utiliza la táctica de exponer los hechos más que de dirigir al espectador hacia conclusiones.Por ejemplo cuando Leffingwell expone sus razones ante el presidente, reconoce haber estado en contacto con aquel grupo comunista porque sentía curiosidad e interés como intelectual, que es, por todo pensamiento. Pero afirma después que una vez que llegó a conocer el alcance de aquellos grupos y sus fondo, decidió abandonarlos. Es decir que Preminger te ofrece la posibilidad de tener esa libertad de acercamiento a lo prohibido, hecho claramente censurable, pero lo arregla haciendo que su personaje valore negativamente las actividades comunistas, conclusión que la censura aprueba por supuesto.
Ni de coña.
EliminarCooley es pro-beligerante, un reaccionario que identifica patriotismo con imperialismo, y esto es algo con lo que yo no nunca comulgaría, ni aún viviendo en un pueblo perdido de Idaho o Dakota del Sur.
Pero hay dos cosas que me ofenden aún más que su postura política, la primera es su vanidad; Cooley se opone a Leefinwell fundamentalmente por motivos personales (le odia porque le hizo pasar por mentiroso públicamente en el pasado), pero articula esta oposición desde un punto de vista político (son opuestos ideológicamente) y salta a la arena política (la pública y la oculta) con el cuchillo entre los dientes; llegando incluso a confundirnos (ya que se llega a pensar que obra en conciencia de acuerdo con sus principios), pero yo creo que en el fondo Cooley es tan vanidoso, que confunde su ideología y sus principios consigo mismo, con sus sentimientos y en este caso con sus rencores personales.
Y aunque no está exento de cierta nobleza, ese discurso que hace (abriendo a votación la designación de Leefinwell) tras el trágico fin de Anderson. Es una concesión (y sólo una) al juego limpio, y en memoria de Anderson, tras toda la tormenta de suciedad. Lo que no quiere decir que el viejo Cooley vaya a dejar de ser quien es.
Por cierto ¡qué bueno era Laugthon con los discursos finales! Tan emocionante y creíble que hace que nos creamos que en el fondo Cooley puede hasta ser un buen tipo...
¿VOTARÍAS A ANDERSON (Don Murray)?
ResponderEliminarDemasiado rígido a mi gusto.Sin duda valiente y honesto pero poco humano. Voto no.
EliminarVoto no.
EliminarAunque es honesto, fiel a sus principios y valiente (se muestra inflexible a las presiones del presidente por imponer su voluntad), esta rigidez es su propia perdición ya que cuando es coaccionado no sabe como resolver la crisis, se queda sin recursos, no sabe que hacer ni a quien recurrir.
Su esposa está ahí y el la quiere y ella le quiere pero no confía en ella, su propia rigidez (vergüenza y prejuicios) le impiden confiar en ella que a ciencia le hubiera apoyado, así como a sus compañeros de partido encabezados por el vicepresidente a los que no puede pedir ayuda, porque como dice Cristina es demasiado rígido y no puede ni mentirles "me están extorsionando con pruebas falsas"; ni mucho menos confesarles su inconfesable desliz de juventud.
¿VOTARÍAS AL PRESIDENTE (Franchot Tone)?
ResponderEliminarSacando fuerzas de flaquezas y embuido por la sabiduria que la experiencia busca el acuerdo y la conciliación. Voto si.
EliminarCon dudas pero... creo que NO.
EliminarFilosóficamente me convence su posicionamiento de no beligerancia, lo que no termina de convencerme son sus motivaciones. Al presidente, igual que a Cooley, le achacaría su carácter vanidoso, ya que identifica completamente su persona con su posicionamiento político; por lo cual no sabemos a ciencia cierta si lo que le importa más es el `prestigio de ser el primer presidente "pacifista" o si realmente lo que le preocupa es la paz. E igualmente, con la no designación de su candidato Leefinwell como secretario de estado por la oposición de miembros de su propio partido en el Senado... ¿qué le preocupa más el daño que sufrirá su autoridad y su imagen o el revés político que supone no contar con Leefinwell?
No lo sé, pero creo que ni él mismo lo sabe en conciencia... Como es habitual en los personajes de Otto ni blanco ni negro sólo grises.
¿VOTARÍAS AL JEFE DE LA MAYORÍA (Walter Pidgeon)?
ResponderEliminarFiel a su amigo el presidente, hábil político, sigue inquebrantable las reglas del juego. no sabria si votarle.
EliminarNo.
EliminarSe mueve por amiguismo, es el perro fiel del presidente pone todo en marcha para que se ejecuten sus planes sin decidir por sí mismo si el candidato es el ideal o no.
¿VOTARÍAS POR EL VICEPRESIDENTE (lLew Ayres)?
ResponderEliminarSí.
EliminarEs un personaje muy interesante, su función como presidente del senado le hace ser una figura prácticamente decorativa. Dentro del partido no pinta nada pues el presidente no le concede ningún crédito, ni confía en el como posible sucesor.
Es curioso porque en ningún momento (ni en público ni en privado) se muestra a favor o en contra de la designación de Leefinwell, pero siempre se ofrece a ayudar a todos, una ayuda que todo el mundo desestima, sabedores que en el teatro político no pinta nada.
Esta falta de peso político hacen que el propio vicepresidente tenga un cierto complejo de inferioridad respecto a sus compañeros y por supuesto tenga miedo ante la posibilidad de desempeñar papeles con verdadero peso político.
Finalmente en la brillante conclusión de la película, cuando la historia le señala con el dedo, sabe estar a la altura y hace lo que toca. Me gusta este final y esa decisión final del vicepresidente hace que se gane mis simpatías y mi voto :).
¿VOTARÍAS POR EL MALOTE SENADOR VAN ACKERMAN (George Grizzard)?
ResponderEliminarMuy malote desde luego.La cara negativa como bien dices en la entrada. No.
EliminarNo, por supuesto.
EliminarAunque su disfraz es atractivo, joven senador progresista y ardiente luchador a favor de la paz, por cortesía de Preminger que nos lo muestra "al desnudo" sabemos que no es más que un trepa sin escrúpulos ni ideales, ansioso por escalar políticamente.
¡A los tiburones con él!
Yo me lo pensaré antes de votar :-D No es fácil
ResponderEliminarDavid, no he participado aún en el especial de Preminger pues quería revisar antes las pelis de comentarlas, pero el tiempo siempre se me echa encima. A ver si reviso ésta, que recuerdo que me encantó, antes de que pases a la siguiente.
ResponderEliminarUn abrazo!!!
Gracias hombre, siempre es un placer contar con tu punto de vista en nuestro cine fórum.
EliminarUn abrazo.
Yo también voto por Leffingwell. Es el más capaz, íntegro e inteligente. Además, simpatizo con su ideología.
ResponderEliminarUn saludo, David y Cris
Estuve reflexionando sobre el particular, y creo que tienes razón con respecto al personaje de Laughton. Me equivoqué en mi reflexión (no reflexiva) con respecto a él en un comentario anterior que hice. Yo no le veía rasgos tan beligerantes, pero sí que los tiene. O eres demócrata y aceptas la convivencia o eres un halcón; y en un país como EEUU eso es más que una evidencia.
ResponderEliminarUn saludo
Una pregunta, David: ¿A ti el senador Cooley te parece un demócrata?
ResponderEliminarTe hago esta pregunta porque Cooley deja que desear en muchos aspectos, su beligerancia, aunque es una beligerancia hacia los que considera enemigos, el comunismo y, no lo olvidemos, expansionistas, una beligerancia de mantener posiciones y seguir siendo los líderes.
ResponderEliminarSu moral en el modo de actuar es detestable, como anota Cris, en ese sentido es reaccionario, producto de su cultura política facha y de su ideología imperialista, pero también se podía defender el que sacara trapos sucios del pasado de la gente que él consideraba farsante y antidemocrática (en su caso más bien antipatriota, un patriotismo desfasado, como le dice Leffingwell), como su enemigo Leffingwell. Puede que él creyera con sinceridad que el candidato era un farsante, un comunista disfrazado de demócrata. Hace juego sucio (tira la piedra y esconde la mano, como dice Cris), es cierto, pero puede que lo haga por algo que considera justo, defender su idea de patria. Su moral a mí tampoco me gusta, eso de ir destapando el pasado de la gente para que lo crucifiquen, de ir impartiendo lecciones de moralidad y patriotismo, pero lo hace porque para él es la forma más efectiva y como mejor sabe combatir a su enemigo ideológico, en este caso Leffi.
Yo no defiendo a Cooley, pero tampoco quiero crucificarlo porque actúa con una motivación. Trataré de exponer mi punto de vista en dos o tres entradas más…
Laughton es un político de derechas, de mentalidad anticuada en cuanto a que quiere mantenerse en un pasado esplendoroso, no moralmente, sino en cuanto a imperio militar y económico, su querida EEUU de América. Creo, de todas formas, que el político no es tan beligerante como pudiera parecer. No me parece un agresor que quiera aumentar un imperio del que se siente partícipe, pero que no reconoce con tal nombre en público para no parecer lo que no es, un antidemócrata y un tirano.
ResponderEliminarLaughton quiere mantener lo que tiene su país, permanecer en lo más alto, seguir ejerciendo la misma influencia y liderazgo, del mismo modo, sin que nadie quiera subírsele a las barbas para hacer tambalear su poder. En ese aspecto sí que es de mentalidad imperialista.
Veo en Laughton unos claroscuros interesantes:
Es de ideología conservadora, pero no me parece que tenga rasgos políticos fascistas. Puede que tenga algún que otro matiz fascistoide, pero no me parece que sea un antidemócrata. Entre esos caracteres fascistoides (algunos rasgos que se parecen al fascismo, pero que no son tales) diría la prepotencia americana con respecto al resto del mundo por su liderazgo económico y militar, un protectorado hacia gran parte del planeta, una política imperialista desde una perspectiva de mantenimiento de lo propio, como herencia del pasado, no de aumentarlo por una política basada en el expansionismo (como ocurriría en algunos regímenes dictatoriales del pasado, como la Alemania Nazi o la Unión Soviética de Stalin, o en las épocas del colonialismo y su universalización en el XIX y primeros años del XX).
De cualquier forma el político conservador que interpreta Charles Laughton sí intervendría por la fuerza (no sé si a eso se le podría llamar beligerancia en sentido agresivo del término) en el caso de que los intereses norteamericanos se vieran en serio peligro y esa amenaza se viera contagiada a otras zonas que a la larga fueran una amenaza para su propio país. Esto sí que puede prestarse a bastantes interpretaciones y puede resultar complicado valorarlo con objetividad...ahí es donde un personaje como Cooley puede ofrecer el lado más problemático y menos claro. Pero yo voy a seguir por el mismo camino de abogado del que pudiera ser un diablo, es decir: del senador interpretado por Laughton.
Creo que la herencia es importante y se puede decir algo sobre ella:
Cooley ha vivido una época en la que su país ha sido la primera potencia mundial (en el periodo que retrata la peli sigue siéndolo). El colonialismo americano ha sido ejercido de un modo un tanto diferente al colonialismo clásico europeo que va desde finales del XVIII hasta primeros del siglo XX, llevado a cabo a base de conquistas militares (expansionismo) y la expoliación sin ningún tipo de restricción de los recursos naturales de las tierras conquistadas, o mercantilmente imponiendo tratados a la fuerza, desiguales o de cualquier otro tipo, pero siempre injustos)
La colonización (imperialismo) americana es económica sobre todo, con la ayuda trascendental y disuasoria, aunque a veces algo más que disuasoria, de un ejercito poderoso y tecnológicamente superior. Desde esos parámetros EEUU ejerció su influencia y ese poder aplastante.
El Laughton político quiere mantener ese liderazgo heredado conseguido muchas veces de forma reprobable, con presiones de todo tipo, con una CIA haciendo el trabajo sucio o, incluso, con alguna que otra guerra, aunque no como en las conquistas coloniales del pasado sino con guerras para mantener la hegemonía o influencia en zonas del mundo estratégicas, o con un interés de cualquier tipo, poniendo gobiernos títeres o amigos: - Vietnam mientras duró, Corea o la reciente Irak y Afganistán. La próxima será seguramente Irán, con la inestimable colaboración de Israel. En el pasado ya lo hizo con áreas de Hispanoamérica, como ocurrió en Cuba y su guerra con España, y la crisis que provocó en 1898 en nuestro país -.
Si un hijo recibe una herencia importante, lo más lógico es que quiera mantenerla, es lo natural, es puro egoísmo instintivo, aunque sospeche que la fortuna fue conseguida no del todo honestamente, incluso ilegalmente (la tentación puede ser muy grande y poder más que lo moralmente correcto). Lo más probable, de todas formas, es que el hijo no sepa de dónde sacó el dinero su padre si éste, por ejemplo, no fue acusado de algo relacionado con el dinero, o procesado si se llegase más allá. Lo normal, entonces, es que el muchacho se quede con la herencia y no pregunte, ni siquiera sospechando que haya podido ser ganada “irregularmente”.
ResponderEliminarY eso mismo hace Cooley: querer mantener su privilegiada posición como imperio, aunque se hubiese conseguido de una forma poco democrática y a la fuerza en la mayoría de las ocasiones, militar o económicamente.
Ahora no podríamos, ni querríamos, renegar de un pasado y de todo lo que nos ha traído (bueno, podemos criticarlo o avergonzarnos de él, pero no renunciar tajantemente a lo que pudo proporcionar, a la herencia. Si fuese así, todos los países del primer mundo tendrían mucho que devolver, y a muchos países saqueados materialmente en el pasado): prosperidad, riqueza, otras inversiones para el crecimiento, bienestar. Y todo gracias a un pasado vergonzoso en el que se perpetrarían barbaridades de todo tipo. Otra cosa diferente sería si se siguiese por ese camino.
Me da que Cooley quiere mantener esa herencia ya que siempre se está mejor siendo el rico y el más fuerte que estando debajo, o bajo la amenaza continua de cualquiera que quiera disputar la hegemonía (por ejemplo los comunistas), o apropiarse de una buena parte de ella. A nadie le gusta que le quiten privilegios, y más si éstos llevan tiempo conviviendo con uno. Mientras los demás mantengan lo que tienen y no toquen lo tuyo todo irá bien, según cree el senador Cooley.
Laughton se considera un demócrata, creo, y él lo piensa sinceramente. La democracia no sólo la representa la gente de izquierdas (por cierto, y para que no haya dudas, yo soy de izquierdas), progresista, de espíritu liberal y dialogante (esa gente la puede representar mejor en su esencia, pero no la ostentan en exclusividad); hay gente de derechas, conservadora, que es demócrata y acepta las condiciones de la democracia por convicción. Cooley es enemigo de Leffingwell por ideología, y eso pasará al plano personal en un momento dado. Sí que la vanidad de Laughton puede tener que ver en el conflicto con el candidato. Es cuando entra lo personal en juego cuando Laughton actúa mal para desacreditar a Leffingwell. Laughton cree firmemente que su adversario es un comunista, un farsante y un peligro para lo que él entiende como nación democrática, fuerte y líder mundial. No veo a Laughton antidemócrata, ni beligerante como su idea de imperio heredado, y que quiere conservar, pudiera llevarnos a hacer creer, creo que equivocadamente. Lo veo en ese sentido más como conservador del imperio que como expansionista en el sentido agresor del concepto. Pero bueno, la explicación es para darle un margen de confianza a un personaje como Cooley que bien podría ser alguien como George W Bush… ahí es nada. Ese invadió Irak mintiendo. Quiero decir que yo no tengo tan claro qué es lo que mueve a Cooley y por qué.
Hasta otra, David
Cooley no me parece un fascista, me parece lo que en USA llaman un halcón, que no es más que algo muy parecido a un facha pero en versión democrática.
EliminarSobre si es lícita o no su manera de defender su país del peligro comunista, pues hombre, teniendo en cuenta la perspectiva histórica podemos afirmar que las guerras preventivas que ha iniciado EEUU ya sean anticomunistas (Vietnam) o antiislamistas (Irak) han sido desde el punto de vista humanistico terribles, desde el punto de vista político malas decisiones y desde el punto de vista de contener y controlar amenazas globales al sistema absolutamente contraproducentes.
Una absoluta cagada lo mires desde donde lo mires. :)
Pero concretamente del personaje de Laughton, lo que más me desagrada de él (e incluso me asusta) es su vanidad, su endiosamiento político, como digo más arriba creo que para él están fusionados sus ideales con su persona y con sus pasiones; y esta característica sí que lo hace cercano a los dictadores megalomaníacos del pelo de Hitler o Stalin.
Afortunadamente Cooley, aunque es ideologicamente autorreferencial cree en el sistema y en los mecanismos políticos (aunque es un especialista en forzarlos) y eso es lo que nos salva de que no sea un fascista en toda regla.
Gracias por tus extensos comentarios y por sus elaboradas reflexiones.
Y no te preocupes... que se nota que no cojeas del pie derecho. :)
Un abrazo.
Y una última pregunta (no sé si del millón :-D): ¿Cooley actúa así por convicción con respecto a Leffingwell al creer que es un farsante o por motivos tan poco morales como la vanidad, el protagonismo y el deseo da acaparar más poder?
ResponderEliminar"Vanitas vanitatis et omnia vanitas"
ResponderEliminarcreo que querías decir en tu coment anterior " y eso es lo que nos salva de que no sea un fascista" en vez " de que sea un fascista".
ResponderEliminarEsa reflexión que haces es interesante y tiene bastante peso real. Yo tengo mis dudas. Puede que en una democracia como la americana, tan vieja y arraigada, no le quede otra que ser una pieza del engranaje, aunque a veces chirríe un tanto.
Rectificado... como se nota que yo tampoco he cenado y me voy comiendo palabras alegremente. :)
EliminarBueno, un abrazo, David. Tengo que irme a cenar que curro de noche, desgraciadamente.
ResponderEliminarCiao