“Todos sabemos que el arte no es la
verdad. El arte es una mentira que nos hace comprender la verdad, al menos la
verdad que nos es dado poder comprender. Y el artista debe conocer la manera de
convencer a los demás de la veracidad de sus mentiras”.
Estas
palabras de Pablo Picasso, citadas
en la cinta que hoy nos ocupa, resumen la reflexión de fondo sobre la que gira “Fraude” la última película acabada de Orson Welles. En ésta el genial
director realiza un ejercicio cinematográfico experimental en tono de sátira en
el que combina, a un ritmo vertiginoso, diferentes testimonios y disertaciones sobre
el fraude en el mundo del arte. Para ello se vale de un formato documental que
transforma, por arte de birli y birloque,
en ficción a su conveniencia, entrecruzando verdades que parecen mentiras y
mentiras que parecen verdades, lo cual imposibilita diferenciar la farsa de lo
ficticio, lo genuino del fraude.
Orson Welles: narrador, intérprete, ilusionista,
filósofo, charlatán, poeta y demiurgo cinematográfico omnipresente en todo el
metraje, ejerce como maestro de ceremonias y nos guía a través de ese confuso
laberinto.
Welles trasciende la propia trama y la hace
suya pasándola por su propio tamiz filosófico, estético, satírico y formal; conduciéndonos
hasta un ejercicio reflexivo, no exento de crítica, sobre la dualidad entre lo
real y lo ficticio en la representación artística y por ende en la
representación cinematográfica.
FICHA
TÉCNICA: FRAUDE “F. for Fake”
AÑO: 1973.
DURACIÓN: 89 min. PAÍS: Francia, Irán, Alemania.
DIRECTOR: Orson Welles.
GUIÓN: Orson
Welles. Música: Michel Legrand.
FOTOGRAFÍA:
François Reichenbach.
REPARTO: Orson Welles, Oja Kodar, Elmyr de Hory, Clifford
Irving, François Reichenbach.
PRODUCTORA: Janus Films. Productor: François Reichenbach.
GÉNERO: Documental. Sátira. Cine Experimental.
SINOPSIS: Orson Welles realiza un reportaje sobre
Elmyr de Hory, un prolífico
falsificador de obras de arte desenmascarado, que vive refugiado en la isla de
Ibiza tras protagonizar un sonado escándalo que convulsionó el mundillo del
arte. Elmyr de Hory había vendido
sus picassos, modiglianis, matisses, vlamincks, duffys… por diferentes museos, galerías y colecciones particulares distribuyendo
sus falsificaciones por todo el mundo.
Para complementar
las declaraciones del pintor, Welles
cuenta con el inestimable testimonio de Clifford Irving, escritor norteamericano autor del libro “¡Fraude!” (la biografía de Elmyr)
y al mismo tiempo fraudulento autor de éxito de una falsa biografía oficial del
magnate Howard Hughes.
Un Orson Welles monolítico de cuidada
barba cana, ataviado con guantes, capa negra y sombrero de ala ancha (más
propios de un prestidigitador que de un cineasta) nos introduce desde la
primera secuencia del film, valiéndose de un juego de manos realizado para un
niño, en lo que va a ser el núcleo de esta historia: Los trucos, el fraude.
Con su sedosa
voz de barítono se define a sí mismo como mago y charlatán, cita a Houdini “El mago, sólo es un actor, un actor que representa el papel de mago”,
mientras sorprende y divierte a su pequeño espectador.
Ya en esta
introducción el director realiza una declaración de intenciones encubierta
sobre sus pretensiones en esta película. Welles
(el mago) pone al servicio de este extraño y excepcional juego de manos
cinematográfico que es “Fraude”, todas
las facetas de su propia personalidad artística: el cineasta, el personaje, el
genio de la técnica, el narrador de historias, el poeta y el embaucador se dan cita para deslumbrar, engañar y
divertir al espectador (representado por el niño).
A lo largo de
toda su filmografía Welles encarna y
utiliza como piedras angulares de sus tramas a personajes moralmente punibles (Kane,
Othello, Arkadin o Quinlan…) a los que dota de cierta grandeza y de indudable
carisma.
“…Todos estos tipos concuerdan entre
sí y expresan cada uno a su modo todo aquello que yo más detesto. Pero les amo
y les comprendo; siento una humana simpatía por esos personajes que he creado,
moralmente despreciables pero no humanamente”
En estos personajes,
amados y odiados al mismo tiempo, Welles
puso algo de si mismo, al menos un reflejo de su personalidad. Y profundizando
sobre esta idea apuntaré que ciertos rasgos de sus criaturas sirvieron al
director para forjar su personaje más conseguido, el suyo propio: Orson Welles “…Mi máscara favorita soy yo”.
En “Fake” (me gusta más que “Fraude”) Welles una vez más juega a reflejarse en sus protagonistas, esta
vez personas reales (Elmyr, Irving, el mismo Howard Hughes). Proyecta sobre ellos toda su humana simpatía y los
hace portavoces, sin ser conscientes de ello, de la crítica del realizador a la
industria cinematográfica.
Mientras Irving y Elmyr se burlan de los pomposos expertos en pintura incapaces de
diferenciar la imitación de la obra genuina, Welles condena metafóricamente, y tacha de ignorantes, a los
productores de los estudios, así como a los montadores y directores asalariados
que cortaron, rehicieron y desvirtuaron gran parte de su obra.
De la misma
forma, desautoriza a la crítica cinematográfica Pauline Kael que pocos años antes había polemizado sobre la autoría
del guión de “Ciudadano Kane”,
desacreditando a Welles y
otorgándosela a Herman J. Mankiewicz.
Pero el
ajuste de cuentas wellesiano con la
industria no queda ahí, va mucho más allá criticando la mercantilización del
arte y como no del cine. Para ello recoge los testimonios de Elmyr sobre las fortunas que los
marchantes de arte han hecho vendiendo sus falsificaciones así como las
continuas negativas de éstos a comprar su propia obra como pintor.
Welles pese a ser uno de los mayores
temperamentos visuales de la historia del cine, tras el fracaso comercial de “Ciudadano Kane”, fue clasificado como
un cineasta poco comercial por los estudios. Esto bastó para que en sus
siguientes películas fuera maniatado económicamente, intervenido y recortado
artísticamente para finalmente ser condenado al ostracismo.
En consecuencia
se vio obligado a buscar financiación fuera de Hollywood para plasmar con
independencia sus inquietudes artísticas y si bien la carestía de medios
económicos y técnicos no aplacó su creatividad, ni su afán experimentador, sí
fueron un importante handicap para
plasmar esa grandeza visual que caracteriza su obra norteamericana.
En esa búsqueda
de financiación que caracterizó su obra europea, Welles al igual que los pícaros timadores Elmyr e Irving, tuvo que
recurrir tanto al ejercicio de su personaje como al engaño y a la
charlatanería.
Aunque en el
fondo, quizás Welles envidiase, a
veces, a sus alter ego: “…Ahora escribo y
pinto, busco algún medio de emplear mis energías, porque he pasado la mayor
parte de estos últimos años tratando de conseguir dinero y si fuera escritor, o
sobre todo pintor no tendría que hacerlo (….) No, ya he pasado demasiados años
buscando trabajo y sólo tengo una vida. Así que escribo y pinto. Rompo todo lo
que hago pero quizás consiga algo lo suficientemente bueno como para
conservarlo. Es necesario, no puedo pasar mi vida en los festivales o en los restaurantes
mendigando dinero.”
O puede que
anhelase el retiro de Howard Hughes,
cineasta y presunto genio, que al igual que Charles Foster Kane se había apartado
por voluntad propia del mundo.
Creo que
vosotros mismos podréis contestar a todas estas preguntas tras ver la película.
Pero no nos
pongamos trágicos que "Fake"
no tiene nada de dramático, al revés, es ágil y muy divertida ya que toda su
crítica viene articulada desde la sátira. Gracias a ello Welles consigue algo que deseaba ardientemente tal y como confesaba
a André Bazin años antes en una de
sus entrevistas: “…Soy un hombre al que
le encanta satirizar, pero vivimos en una época en la que es imposible
encontrar trabajo de satirista. Hasta ahora no he podido hacer un film con un
enfoque satírico, nadie se interesa por eso hoy en día.”
La agilidad viene
dada gracias al vertiginoso montaje que Welles
realiza combinando película de tres fuentes distintas: Antiguo material sobre Elmyr rodado por François Reichenbach en un reportaje sobre falsificadores de arte
para la televisión francesa. Imágenes de una película de ciencia ficción
titulada “The Heart vs The Flying
Saucers”. Y finalmente el material rodado por el propio Welles en Ibiza, París y el sur de
Francia.
El montaje de
“Fake” es sumamente complejo ya que
en muchos momentos esta terriblemente fragmentado. Y a buen seguro que hizo
pasar innumerables horas al genio frente a la montadora para conseguir que “cantaran” todos esos planos rodados en
un tiempo bastante más reducido.
Welles que aparece varias veces durante la
película en la sala de edición frente a la moviola, parece reafirmar con ello una
de sus premisas artísticas fundamentales: “…El
único lugar en el que ejerzo un control absoluto es la sala de montaje: allí el
director es en potencia un verdadero artista”.
Pero además
creo que en esta ocasión también pretende sugerirnos que en la moviola reside
el verdadero truco o juego de prestidigitación que permite al autor conseguir
esa imitación de la vida que es el cine. Y así, de forma hiperbólica, continúa
la farsa con recursos de montaje como son los insertos de recortes
periodísticos, imágenes de obras de arte falsas y auténticas y gran número de
fotografías tanto de personas reales y como de personajes de ficción.
Por supuesto Welles, tras erigirse como amo y señor de
la sala de edición, juguetea una vez más con lo verdadero y lo falso, y en los
títulos de crédito no se registra como montador.
Ya sólo queda
por añadir a esta, me temo un poco caótica reseña, el conseguido clímax de la
película. Punto culminante de la sátira; burlón, irreverente y tramposo. Me
refiero a la historia dentro de la historia protagonizada por la exótica y
curvilínea Oja Kodar (compañera
sentimental de Welles en su vida
real) y unas expresivas instantáneas de Pablo
Picasso tras una persiana veneciana que se abre y se cierra. No os la perdáis,
porque además de ser una demostración soberbia de las posibilidades del montaje,
es absolutamente tronchante.
Esta se
continua con otro gran momento de la película, una representación protagonizada
por la propia Oja y por Welles (caracterizado de nuevo como
ilusionista), en la que ambos perdidos en la niebla se lanzan a rememorar el
diálogo entre Picasso y el abuelo de
Oja, otro falsificador de leyenda.
La voz de Orson, el mago, el narrador, enlaza
elípticamente con el inicio de la cinta recordándonos una vez más que en “Fake” todo es o puede haber sido
ilusión y juego de espejos.
Nota:
Todos los entrecomillados en cursiva, salvo el atribuido a Pablo Picasso,
corresponden a declaraciones del propio
Orson Welles y están extraídos de la misma película o de las diferentes
entrevistas que concedió a André Bazin y Peter Bogdanovich.
Reconozco que "Fraude" no es uno de mis Welles favoritos; no obstante, admiro su arrojo y carácter experimental. Una obra interesante, sin duda.
ResponderEliminarUn abrazo, camarada.
Hace muchos años que no he vuelto a visionar "Fake" de Orson Welles. Y nada me induce a hacerlo otra vez. Ni siquiera tras la lectura de tu estupenda entrada, David.
ResponderEliminarNo diré que este film es un "fake", porque sería caer en la trampa urdida por el gran Orson. Diré que es, a mi juicio, "fallido". Ni cine de ficción ni documental, ni chicha ni limoná...
Francamente, Welles merecía un testamento cinematográfico de mayor calidad. Siempre fue un exhibicionista. Pero a través de sus personajes. Ahora bien, Welles haciendo de Welles no es "mucho Welles": es Welles en demasía.
Salucines
Exhibicionismo mentira ilusión, venganza, sátira y proyección personal. Todo ello se mezcla en “Fake”. No es una película que se pueda valorar viéndola sólo una vez. Necesita varias lecturas, varias mentiras y un poquito de imaginación. La amargura de Welles asoma tras toda la parafernalia. Demuestra incontestablemente que el mundo no es blanco ni negro, que la verdad es media verdad o verdad y media, que quien dice que sabe, no siempre sabe, y que detrás de toda sinceridad se esconden el apaño y la tendenciosidad.
ResponderEliminarPara demostrar todo esto Orson recurre al ilusionismo, que ya de pequeño aprendió de la mano de su tutor. Le da vueltas y revueltas a la misma idea, se sale por la tangente, corta por lo sano para volver a entrar en la peripecia sin atisbo de culpabilidad. Te anticipa su absoluta sinceridad. Que por supuesto no es eterna ni absoluta, está delimitada en el tiempo y en espacio. Luego, cuando este tiempo se acaba empieza la realidad.
No creo que sea una despedida fallida, Fernando, me parece una rocambolesca forma de escupir rencores y dolores, con maestría y jocosidad.
Los personajes son a la vez patéticos payasos embuídos de dignidad. Reclaman lo que es suyo, su don, su arte, tan legítimo como el que más. ¿Porque esos censores pagados de sí mismos, que les ponen zancadillas? Acaso no son ellos mejores, bien lo demuestra el que una y otra vez los puedan engañar. El mundo en manos de los “seguros de sí mismos hasta el punto de creerse infalibles” frente al mundo en manos de los seguros de poder engañar engatusar arrastrar con su ilusionismo. Y ¿A cual de estos dos mundos pertenecía Orson?.
La velocidad de las imágenes y de los diálogo, la verborrea mental y el entrecruzamiento de historias crean un ritmo frenético difícil de seguir. Los únicos momentos de descanso son las escenas en las que el gran prestidigitador sentado ante la moviola, disponiendo de todo el tiempo del mundo, maneja y decide como ha de seguir la historia.
Al acabar de verla, es inevitable exhalar un UFFFFF, consecuencia de haber retenido por tiempo largo y tenso la respiración.
Saludos
Hola, David. Welles tiene en esa superioridad intelectual y ¿se podía decir también moral? mucho de Mankiewicz. El desprecio por los que dirigen los estudios, a los que sólo parecía importarle el beneficio, y mucha de esa gente del cine y el arte en general es manifiesto. Creo que veían vulgaridad allá por donde iban y ellos no soportaban la mediocridad; supongo que si a eso se añadía el hecho presuntuoso de muchos que se consideraban artistas, eso no lo podía ni tolerar.
ResponderEliminarUna pena que la sátira no tuviera cabida ya de aquellas y no vendiera. Él lo sabía, pero parecía no importarle. No me extraña de sus conflictos con mucha de la gente de la industria.
A ver si la veo pronto y te comento lo que me pareció, aunque sea en otro post.
Un saludo, David. La entrada cojonuda, como nos tienes acostumbrados.
Es una especie de 8y MEDIO, pero sin lugar a dudas me quedo con Mastroianni Y Fellini, en FRAUDE me aburri pero mucho, mucho....
ResponderEliminarUn abrazo. Ah, soy SUSAN !!!!!
@Ricardo
ResponderEliminarHola camarada, disculpa la tardanza. Hasta que no nos instalen el ADSL sólo puedo blogear en horario de trabajo... y así vamos!
Bueno vamos a "Fake", coincido contigo en que a la peli le cuadra más el calificativo de interesante que de buena. Sobre todo teniendo en cuenta que es una película del gran Orson Welles con todo lo que ello conlleva.
Yo entiendo la peli como lo que en el fondo es, una broma de la que se sirve Welles para soltar unas cuantas pullas contra la industria y la crítica. Por lo demás y sobre todo en el plano técnico la peli es muy interesante sobre todo el montaje, aquí Welles lleva al paroxismo el montaje superfragmentario que ya había usado especialmente en Othelo y en la batalla de "Campanadas...". En fake es muy interesante por que el montaje no es lineal sino que alterna las diferentes entrevistas, con imágenes de una peli de platillos volantes y muchas otras cosas.
No solo es un montaje con el que tiene que jugar con las imagenes, sino con el propio diálogo.
Muy interesante y de una complejidad muy importante.
Toda esa grandeza técnica queda bastante deslucida por el tono cómico-satirico de la propuesta y por la falta de los elementos a los que nos agarramos para valorar una película: Tratamiento de los personajes, interpretaciones, una trama convencional... Si tuviera que hacer una analogía con la literatura la narrativa utilizada por Welles en "Fake" se asemeja mucho más a un ensayo que una novela.
Pues nada un abrazo y luego me paso por Esculpiendo a comentar las peli de Melville y Becker.
@Fernando
ResponderEliminarCreo que eres un poco duro con este Welles "fraudulento". Me explicaré un poco, aunque estoy muy de acuerdo contigo en que "Fake" es una película pobre si la valoramos como epitafio de uno de los más grandes del cine. Estoy convencido que el propio Orson Welles nunca imagino que esta sería su última película, el hecho de rodar a salto de mata a lo largo de varios años era una práctica habitual en Welles, así dejó tantos proyectos inacabados.
Uno de los últimos "The Other Side of The Wind" sobre el mundo del cine y sus turbiedades con John Huston de protagonista, como un viejo director de cine que ha vuelto estrenar una película en la jornada de sus cumpleaños... Esto ya parece más serio, autobiográfico y dramático.
Así que "Fake" me parece más un divertimento, que se regala el propio director en el que hace gala de ese exhibicionismo narcisista y grandilocuente que tanto le gustaba. Pero como comento en la entrada es una peli divertida e inteligente, dos cosas que yo se que tú valoras bastantante, y que pueden servir de aliciente a la hora de darle otra oportunidad a esta película(nunca de manera urgente, of course).
Y muchas gracias por tu certera intervención, salucines.
@Cristina
ResponderEliminarCreo que das en el clavo, Welles sublima con Fake todos los sapos y culebras que ha tenido que tragar de la industria y la crítica. Algo que ha buen seguro le hizo mucha "pupa" a lo largo de su vida, pues Orson era plenamente consciente de su genialidad y talento revolucinario y la falta de reconocimiento y medios para poder desarrollar su arte le marcaron durante toda su vida.
Pero este hombre, que demostró sobradamente que podía continuar innovando y creando contra viento y marea, saca pecho con "Fake" reparte unos cuantos palitos y se ríe de todos y de todo (hasta de sí mismo)... algo que en el fondo admirable. Genio y figura.
Un besito y gracias por tu comentario.
Das en el clavo Javi Welles y Mankiewicz comparten bastantes cosas: su superioridad intelectual y cultural, su desprecio por la industria y su desquite personal con esta.
ResponderEliminarPero Welles es mucho menos ortodoxo (cimematográficamente) que Mankiewicz con su ajuste de cuentas y más ácido que amargo, porque el tono de Mankiewicz es francamente amargo, en su crítica. Quizás es que Orson sufrió más "palos" de la industria o desde antes y esto hace que haya digerido un poco mejor las cosas.
Pues nada te animo a que la veas y nos comentes, que siempre son bienvenidos tus apuntes.
Un cordial saludo y muchas gracias.
Alguna similitud se le pueden encontrar con 8 y 1/2, pero creo que no muchas, aún así yo estoy al 100% contigo al quedarte con Fellini y Marcello.
ResponderEliminar8 y 1/2 es una auténtica obra de arte (y una de mis películas favoritas) y "Fake" es una peli interesante , difícil de ver, aunque divertida.
Un abrazo Susan y gracias por comentar.