Una de
las virtudes de Otto
Preminger, como
productor-director independiente, fue la valentía a la hora de
abordar en sus películas un buen número de temáticas
controvertidas de forma objetiva y en profundidad. En “Tempestad
sobre Washington” el
director austríaco nos ofrece un pormenorizado retrato de la clase
política norteamericana y de las luchas de poder, más sucias que
limpias, que se gestan en los salones y pasillos de la Casa Blanca y
el Capitolio.
Amparado
en su habitual claridad narrativa, y valiéndose de un extraordinario
reparto coral en el que destacan estrellas de la talla de Henry
Fonda, Charles
Laughton o Gene
Tierney; Preminger
da buena cuenta de los principios y mecanismos que mueven la
maquinaria política de Washington, y se vale de una exposición casi pedagógica de los mismos, para realizar una severa crítica a
la clase política estadounidense; una crítica fácilmente
extensible a la clase política de cualquier democracia occidental.