Tras
diez años de exilio cinematográfico por tierras europeas, Hollywood volvía a
llamar a Orson Welles su hijo
pródigo más afamado, para dirigir una nueva película en la Meca del cine. Corría el
año1957 y Welles se reincorporaba a
la maquinaria de “La fábrica de sueños”
(en la que nunca encajó) para escribir, dirigir y protagonizar “Sed de Mal”, en uno de los come back más celebrados de la historia
del cine.
Una
película imprescindible que a pesar de su aparición relativamente tardía dentro
de la etapa clásica del género ha pasado a convertirse en una de las piedras
angulares del Film Noir. En esta obra maestra indiscutible,
Welles retoma de forma exuberante la
dialéctica del género enriqueciéndola en el apartado dramático con ecos shakespearianos a los que se suma una
puesta en escena pletórica de virtuosismo consiguiendo con ello un inigualable
ejercicio de estilo.